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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Joe Maneri, saxofonista de jazz de vanguardia

Aplicó al género las reglas de la música dodecafónica

Iker Seisdedos

En el "espacio que hay entre las teclas del piano" (la ácida definición de la microtonalidad es del compositor estadounidense Charles Ives) se movía Joe Maneri, muerto en Boston el pasado 24 de agosto a los 82 años. Clarinetista y saxofonista albergado por el generoso paraguas del jazz de vanguardia, Maneri, hijo de un zapatero de Brooklyn aficionado al jazz, se dejó seducir siendo un adolescente por la revolución de Alnold Schönberg, el pionero de la música atonal y codificador de la música dodecafónica.

Aplicó al jazz sus enseñanzas (sólo hay 12 notas en la escala y se tratan con dictatorial igualdad) en el combo que lideró en los márgenes del negocio en los años cincuenta. La propuesta del joven Maneri era una aventurera suma de la frialdad de la música académica del siglo XX, el swing de sus raíces italianas y las tonadas griegas, turcas y klezmer que tocaba en las bodas.

Ganó fama en Europa por sus teorías sobre la microtonalidad

Debe el aficionado echarle mucha imaginación a la trayectoria de este músico generoso (en forma y fondo), que siempre parecía contento en las fotografías; existen escasísimos registros sonoros de su vida anterior al redescubrimiento de su figura en 1993 (con casi 70 años) por parte de la escena neoyorquina de música improvisada.

Una de esas raras ocasiones se dio en 1963, cuando Maneri, alentado por Gunther Schuller, padre de la tercera vía (bastardización de la música clásica con fines jazzísticos), grabó para Atlantic un disco que no se publicó hasta 1998. Fue después de que Harvey Pekar, extraordinario escritor de cómics confesionales e impecable aficionado al jazz, se hiciese con una maqueta de aquella grabación. Paniots nine daba nombre al disco perdido y abría la secuencia de títulos de crédito de American Splendor, célebre película sobre la biografía de Pekar.

Tras toda una vida en la penumbra, su hijo, el violinista Mat Maneri, contribuyó a su rescate. Así, los aficionados al jazz descubrieron a este músico que desafiaba las definiciones. En álbumes como Tenderly, Coming Down the Mountain o Blessed, Joe Maneri se ganó un seguimiento, sobre todo en Europa, para sus teorías de la microtonalidad (las octavas se dividen en 72 partes). Esto, al menos, le aseguró una vejez tranquila y un poco de justicia poética.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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