"Esta noche toca zumito, chavales"
La policía evita el 'botellón' en Pozuelo - La alarma social despertada deja la feria casi vacía
En la estación de cercanías de Pozuelo un grupo de chicos, con bolsas de plástico llenas de ron esperan el tren. Se exilian "a Majadahonda o por ahí". Esta noche el botellón está vedado en Pozuelo. Si salieran de la estación, verían que les espera una decena de policías nacionales. Inspeccionan la bolsa de todos los jóvenes. Sentados a unos metros de ellos, unos chavales ríen cada vez que la policía intercepta a alguien: "Esta noche toca zumito, chavales". Si los chicos a los que se les encuentra alcohol son mayores de edad, pueden seguir. No es delito circular con bebidas. Al menos no hasta llegar al recinto ferial. Nada más bajar de los autobuses, tres policías locales se acercan a los chicos. Uno de ellos se ha pasado todo el trayecto convenciendo por teléfono a su madre de que no correrá ningún peligro: "Si vengo con Borja y esos... Ya sabes lo tranquilos que son". Es colgar y a continuación se pone a berrear al fondo del autobús. Por mucho que berreen, nadie atravesará la puerta con bebidas. Unos chavales encapuchados lo intentan, disimulándolas en botellines de agua. Los agentes las huelen y tuercen el gesto. "DNI, por favor".
"A menos que les encontremos consumiendo, no habrá multa", explica un agente.
"Esto es una vergüenza", protestan los jóvenes que se han quedado sin bebida. Son mayores de edad y vecinos del pueblo. "¿Y qué quieren, que nos paguemos las copas en un bar?". "Son al menos 12 euros", bufa uno de ellos. "Pueblo de pijos...", remata otro. "Esto es lo que querían desde hace mucho tiempo".
El Ayuntamiento de Pozuelo ha prohibido el botellón por triplicado, después de los disturbios de la semana pasada. No les ha bastado con la Ley antibotellón de la Comunidad, sino que han aplicado dos ordenanzas municipales, una de ellas redactada antes de las fiestas, y otra después de los conflictos, para asegurarse de que a nadie le queden ganas de beber en la calle.
La feria es de los niños y los padres, pero a las doce está más vacía que llena. Que no haya botellón no significa que los algodones dulces se vendan mejor: "Esto no funciona", confirma Raúl, apoyado en su Tren de la bruja. La publicidad que ha recibido esta semana Pozuelo, con la batalla campal del domingo, los 20 detenidos y los 10 policías heridos, no ha sido la mejor para los dueños de las atracciones. Todo el recinto está acordonado, pero hay un par de boquetes en el sistema. Un bar con terrazas tiene un puesto de perritos en el que venden mojitos. Un chico se da cuenta, compra uno, DNI en la boca, y se escabulle hacia la avenida. En cada extremo del recinto un coche de policía. La presencia de fuerzas de seguridad no es opresiva, pero sí continua. Ni Delegación del Gobierno ni el Ayuntamiento han querido facilitar el dispositivo. Al menos un helicóptero, dos furgones de la UIP (antidisturbios) seis de la Bescamp, cuatro de Policía Nacional y cuatro de Policía Local. A medida que transcurre la noche, se ven pasar por la avenida cada vez más coches con sirenas. Los agentes bostezan y se comunican continuamente por teléfono: "Me han dicho que la bronca puede empezar a las dos", le susurra un agente a su móvil. Se refiere a una convocatoria que recorre la red social Tuenti: "El sábado silbada a las 2.30 contra la policía en Pozuelo". Ninguno de los 50 chicos que pululan por el recinto afirma haber venido a silbar. Pero está la curiosidad. "Yo sí que me voy a quedar aquí", explica un chico con gorra y vaqueros caídos, "a ver qué pasa, ¿no?".
Sus amigos corean la ocurrencia. "El otro día repartieron de lo lindo, y estaría bien que hoy alguien les dijera cuatro cosas". Habla Rosa, una chica de 16 años muy exaltada. Luego se queda quieta siguiendo con los ojos los saltos del saltamontes mecánico, en el que gritan unos niños. No hay muchas distracciones más de ver a la gente en los cacharros de la feria, y rememorar la batalla campal del fin de semana pasado. Eso es hasta que a las 00.30 las atracciones cortan la electricidad y la fiesta se queda a oscuras. A partir de ese momento, la única posibilidad es sentarse a charlar. "A mí no me pararon de milagro", comentan dos amigos sentados en un banco. "Ya, pero hoy no teníamos que haber venido. Esto es un muermo", le responde el otro. Las luces se apagan y la feria se queda en silencio. Nadie sabe de dónde pueden llegar los camorristas de esta noche. Hasta los más motivados empiezan a recoger las bolsas de pipas y marcharse.
Al cierre de esta edición no se había registrado ningún disturbio.
UNO DE LOS DETENIDOS ENGAÑÓ A LOS AGENTES CON UN NOMBRE FALSO
Uno de los detenidos en los altercados de la madrugada del domingo pasado en Pozuelo es Antonio Cruzat Hurtado de Mendoza, nieto del marqués de Feria, Antonio Cruzat y Salazar. El joven, de 18 años, ocultó su identidad con un nombre falso, lo que causó una gran alarma en la familia. Sus padres disponían de un vídeo, que se puede consultar en ELPAÍS.com, en el que se ve cómo varios agentes antidisturbios y de la policía municipal arrestaban al chico, con barba. Sin embargo, su nombre no estaba en la relación de arrestados elaborada en la comisaría de Pozuelo. Un amigo de la familia descubrió el engaño del joven gracias a sus contactos en la policía. Cruzat pasó a disposición judicial la mañana del domingo y debe comparecer cada semana en el juzgado. Se le acusa de disturbios y suplantación de personalidad, según fuentes del caso.
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