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Reportaje:

Ajuste a la checa

El Gobierno de Praga lucha por salir de la recesión y busca fórmulas para no disparar el déficit público

La economía más estable de Europa del Este no ha podido resistir la crisis financiera mundial. Los pronósticos del Banco Central de la República Checa indican que el PIB puede caer un 3,8% este año, poniendo fin a uno de los periodos de mayor bonanza de su historia. El país ha sido uno de los que mejor han aprovechado su ingreso en la Unión Europea en 2004, creciendo una media del 5,5% en los últimos cinco años. Pero su excesiva dependencia comercial de Europa Occidental le ha pasado factura, reduciendo drásticamente sus ingresos y recortando su producción.

En el segundo trimestre de este año, la economía checa se contrajo un 4,9% interanual. Un dato que se explica por la caída de sus exportaciones, que se desplomaron un 25% en los primeros cinco meses del año, según datos de Eurostat. La República Checa es un buen ejemplo de economía manufacturera y exportadora que al mínimo vaivén internacional comienza a tener problemas. Este peligroso cóctel se completa con la excesiva dependencia del mercado alemán, destino del 45% de sus envíos al exterior y uno de los países que más se han visto afectados con la recesión mundial.

El país ha crecido una media del 5,5% desde su ingreso en la UE, en 2005

La crisis también ha traído consigo una reducción de la producción industrial hasta el 20,1% en mayo, si se compara con igual mes del año pasado. Esta contracción, sumada a la caída de los pedidos del extranjero, ha obligado a las empresas a recortar plantillas. El paro ha aumentado hasta el 8,4%. Las previsiones más pesimistas hablan de que a comienzos de 2010 esta cifra alcanzará los dos dígitos -correspondiente a 600.000 parados-, mientras que los pronósticos de la OCDE hablan de un 6,9% en 2009 y de un 9,2% el próximo año.

Las ventas minoristas se han reducido un 5,8% en junio, y la construcción de viviendas ha caído un 30% en el primer semestre. ¿Qué significa esto? Una drástica reducción de la recaudación fiscal. Si a este cuadro le sumamos los planes de estímulo a la economía -por un valor superior a los 10.000 millones de euros- puestos en marcha por el Gobierno, tenemos como resultado un preocupante aumento del déficit público. Las últimas estimaciones del Ejecutivo disparan el desequilibrio fiscal hasta el 5,5% del PIB para este año y el 6,4% para 2010.

Además de deteriorar las arcas públicas, estas cifras postergan los planes del Ejecutivo de ingresar en el euro. En una de sus últimas declaraciones, el ministro de Finanzas, Eduard Janota, ha señalado que sólo podrían unirse a la moneda única a partir del año 2015. Para mejorar esta situación, el Gobierno ha propuesto una serie de medidas para aumentar la recaudación estatal que van desde la reestructuración de los tramos impositivos, el aumento del IVA, el recorte de los impuestos a las empresas y la reducción del gasto de las pensiones.

El problema es que en un año electoral el Ejecutivo se ha encontrado con la frontal oposición de algunos grupos parlamentarios, que no quieren perjudicar a sus electores con medidas impopulares como el alza del IVA -del 19% al 20%- y su consiguiente traslado a los precios de los productos de consumo. Incluso los socialdemócratas de la oposición han planteado elevar los impuestos a las empresas hasta el 21%, en línea contraria de lo que plantea el Ejecutivo. Los analistas sugieren que cualquiera que sea el camino a tomar, las reformas se pongan en marcha cuanto antes. De lo contrario se comprometería la estabilidad fiscal más allá del fin de la crisis económica.

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