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A la caza del mapache

Jesús Sérvulo González

El cachorro del mapache es un animal de dibujos animados. Es un simpático mamífero que se caracteriza por sus blancas ojeras y aspecto algodonoso. Pero esta especie trae de cabeza a los responsables del Parque Regional del Sureste. Su director, Adolfo Bello, lo explica: "Es un animal agresivo, que llega a morder y hace muchísimo daño a la fauna autóctona", señala con cierta preocupación. El mapache es una especie alóctona, que no es originario de los bosques mediterráneos. Su presencia se debe a que muchos particulares los compran como mascotas y al llegar a la edad adulta, cuando se hacen más agresivos y sucios, los sueltan en los bosques. El problema es que se han creado grupos reproductores en el sur de la región.

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Hace un par de años, biólogos de la Consejería de Medio Ambiente detectaron su presencia en el Parque del Sureste cuando investigaban la presencia de nutrias. Encontraron huellas de un mamífero de tamaño pequeño. "Nos alertó enseguida", recuerda Bello, quien insiste en que "no se deben soltar en el parque. Es muy peligroso porque son animales muy invasivos". Los mapaches no tienen un depredador natural entre la fauna madrileña y puede crecer sin control.

La existencia de mapaches alertó a la Consejería de Medio Ambiente, que ha puesto en marcha un programa para erradicar su presencia en el parque. "Es muy difícil de trampear. Para controlarlos y seguirlos marcamos a dos ejemplares, un macho y una hembra", relata el director del parque regional. "Les pusimos unos dispositivos de radiofrecuencia durante dos meses para ver por dónde se movían". Los machos son más activos, pueden llegar a recorrer más de seis kilómetros al día en busca de comida. Las hembras, sin embargo, son más perezosas, apenas recorren unos centenares de metros.

El resultado de este control arroja cerca de una treintena de ejemplares capturados, el último el pasado jueves, según explica el director del parque regional. "Los enviábamos a los zoológicos y animalariums. Pero la mayoría se sacrifican y se mandan al Museo de Ciencias Naturales", reconoce Bello, que se muestra optimista porque muchos de los ejemplares capturados son hembras reproductoras. "Son peligrosos", insiste, "transmiten enfermedades a la fauna autóctona".

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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