En tranquilos jardines

Francisco Morales y Rut Cotroneo son jóvenes mas experimentados profesionales de la restauración, y pretenden con el bagaje que atesoran convertir el complejo hotelero Ferrero, próximo a la población de Bocairent, en una isla de felicidad.

Para ello cuentan con un sabio criterio para concebir los platos que presentan en su restaurante, que gozan de las virtudes del juego compensado de sabores y de la armonía del conjunto. Sobresale entre aquellos que nos sirven el que está compuesto con las láminas de tocino ibérico, traslúcidas, que apenas ocultan las setas que moran -sabrosas- bajo la aceitosa tela. También el bacalao en costra, con cebolleta, escasas y mínimas lentejas y panceta crujiente, que se fríe bajo los cánones de la cocina del rebozo malagueña, aunque con algún cambio sustancial y gratificante en la preparación de la harina que formará el envoltorio. O el otro plato, aquel que llaman las partes menos nobles del cerdo, aunque también podría llamarse las más sobresalientes partes del gorrino, cuales son la oreja, la papada y la lengua, cortados en pequeños cubos y rodeados de garbanzos, conjunto que resulta gratificante y cuyo único y subsanable defecto es la escasa ración que para nuestro gusto nos sirvieron.

Dulces postres y una amplia selección de vinos, elegidos con esmero de gran profesional, con los que poder efectuar esa suerte de conjunción que llaman maridaje, y que es la magnífica escusa que nos permite aprovechar el caudal de conocimientos de la sumiller.

Café y exóticos o habituales licores servidos al aire libre, rodeado de arboledas y jardines, que prestan una especial tranquilidad al momento de la digestión.