Paul Krugman y la crisis en España
Desde hace mucho tiempo sigo los artículos que el Nobel de Economía Paul Krugman publica semanalmente en el suplemento dominical de Negocios de EL PAÍS. Como no podía ser de otra forma, desde hace muchos meses, destinados siempre a analizar la evolución de la crisis económica en EE UU. Y siempre también descalificando la política de Bush en esta materia, atacando de manera demoledora sus responsabilidades en el cataclismo financiero y en la gigantesca burbuja inmobiliaria creada en EE UU, que han desencadenado la crisis mundial.
Pero lo que siempre me ha llamado la atención en esos artículos es el paralelismo o similitud de la política de Bush que Krugman critica ferozmente, con la seguida por los gobiernos de Aznar en España, que aquí nadie parece poner en duda, o nadie con el prestigio del Nobel de Economía. Es más, tenemos que soportar al señor Montoro un día sí y el otro también pregonando su receta de menores impuestos, menor gasto público y menor intervención del Estado. Sin que nadie le recuerde que esto y la Ley del Suelo del 98 y una laxitud en la normativa de medio ambiente y urbanismo es la que nos ha llevado a la gran burbuja inmobiliaria en España, que en su día creó mucha riqueza pero, ¿qué pensaban, que iba a durar siempre?
El resultado es que hoy hay millones de españoles con fuertes hipotecas a 20, 30 o 40 años, que difícilmente pueden sobrellevar y en las que están atrapados. Y que una vez que ha estallado la burbuja, el paro y la gravedad de la crisis es mucho mayor en España que en los países de nuestro entorno. Por cierto, las recetas que pregona Krugman para salir de la crisis son las que más o menos aplica el Gobierno en España, mantenimiento del esfuerzo fiscal a pesar del crecimiento de la deuda.
Para colmo de similitudes, el artículo de Krugman del domingo 23 de agosto, en el que el economista criticaba la forma de actuar de la derecha de Estados Unidos, por su radicalismo en su oposición a las reformas de Obama, y en particular en la reforma de la sanidad. Criticaba las formas que emplea lo que él llama derecha rabiosa cuando no está en el poder. Pues ídem de ídem aquí, salvo que nosotros no tenemos un Obama ni un Krugman que lo divulgue y analice con prestigio y credibilidad.
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