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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Mady Rahl, la última estrella de los estudios Babelsberg

Pablo León

Mady Rahl, la última actriz de Babelsberg, falleció el pasado 29 de agosto a los 94 años a causa de un cáncer. Rahl era una estrella. No se buscaba su nombre en Internet ni ocupaba portadas en revistas y semanarios. Era un símbolo de otro tiempo. Comenzó su carrera artística en 1934, una época convulsa en Europa y mucho más en Berlín, donde el partido nazi acababa de ganar las elecciones. Mientras, a escasos kilómetros de la capital alemana, los estudios de cine Babelsberg brillaban como cantera de directores y actores como Fritz Lang o Johannes Heersters, este último compañero de reparto de Mady Rahl.

Edith Gertrud Meta Raschke, el nombre auténtico de la intérprete, nació en Berlín el 3 de enero de 1915 en una familia de maestros artesanos del hierro con un destino claro: ser secretaria. Estudió mecanografía pero los escenarios despertaron su interés y desde las bambalinas de un teatro en Leipzig se lanzó a la gran pantalla y en toda su carrera participó en más de sesenta películas. Compaginaba sus papeles de cine con el teatro y sobre todo con el doblaje: dibujos animados, personajes de serie o la inolvidable Lucille Ball a la que dio voz en alemán.

Debido a la época que le tocó vivir, a Rahl se la relacionada con el proyecto de imposición cultural de los nazis. Joseph Goebels, ministro de propaganda de Hitler, a través de la productora UFA, se sirvió de los míticos estudios de Babelsberg para difundir su ideario. También intentó utilizar a los intérpretes que trabajaban en ellos, marcando así su carrera. La mayoría de los actores de Babelsberg intentaban salir adelante y trabajar en los míticos estudios. Mady Rahl saboreó las mieles de la fama después de la Segunda Guerra Mundial, en Múnich, cuando estrenó películas como Die Dame in Schwarzt (La dama de negro), de Erich Engels de 1951) o Geliebte Bestie (Querida bestia), de Fred Sauer de 1959).

Posteriormente se pasó a la televisión y se especializó en papeles detectivescos en series como Tatort o Polizeiruf 110 que alcanzaron gran éxito en Alemania. En los últimos años de su vida, la ceguera le descubrió una nueva faceta artística: las acuarelas. Pintó hasta que la demencia le robó la memoria. Murió el pasado sábado en la clínica muniquesa de Bogenhausen. Su fallecimiento le devolvió el brillo, aunque fuera por unas horas: Su popularidad en la Red aumentó un 410% en los últimos días. Era una estrella de las de toda la vida.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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