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Columna
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La cuadratura del balón

El fin de agosto viene cargado de acontecimientos de diverso calibre, como el comienzo de la Liga, la expansión de la gripe A, el final de las vacaciones o el aumento del paro, por poner algunos ejemplos ostentosos. También cesará el tormento de los martillos hidráulicos en las calles de Madrid que nos han amargado el sosiego. Se han asfaltado 365.000 metros cuadrados de calzada, que falta hacía. Hemos sufrido por una buena causa.

Sin embargo, el sufrimiento de verdad comenzó ayer mismo con la Liga. No hay que olvidar que cada partido de fútbol es una alegría para los que ganan y una gran frustración para los que pierden. Todo encuentro futbolístico genera amarguras en miles de ciudadanos. Pero el masoquismo parece algo consustancial a la raza humana, no sólo a los colchoneros. A veces, los triunfadores múltiples acaban aburriendo a las ovejas.

Sea lo que fuere, el fútbol es casi la única buena noticia de esta temporada que tiene toda la pinta de patética y temeraria. Cuando no te puedes agarrar a otra cosa, te enganchas al balompié y vas manteniendo una ilusión cada semana.

En Madrid el futuro se presenta pluscuamperfecto. El hispanista inglés R. Singstone, que siempre ha mostrado pasión desaforada por esta ciudad, en esta ocasión se ha permitido esgrimir una profecía delirante. Ayer se despedía así en Barajas de unos amigos: "Veo claro que esta temporada el Madrid ganará la Champions, el Atlético la Liga, y el Getafe la Copa del Rey. La capital sorteará así el oscuro panorama que nos acosa. De esta forma, quedará demostrada para siempre la cuadratura del balón, la cuadratura del círculo. El esférico es la medida de todas las cosas, como predijo Da Vinci. Madrid se hará famoso por inventar la circulatura del cuádrulo: cómo ser feliz en los tiempos del cólera. Tú puedes cambiar la realidad, balón". Y usted que lo vea, profesor.

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