"Despiértame cuando abran la estación"

Una noche bajo las estrellas, con vistas a La Pedrera y alimentación a cualquier hora de la noche. No es una frase de guía turística; es parte de la aventura al aire libre a la que se someten algunos mochileros que, por cuestiones de presupuesto, deci-den dormir en las calles para ahorrarse el hotel. El paseo de Gràcia y los alrededores de la estación de Sants son dos de los lugares preferidos. Tanto es así que aparecen en algunas guías de backpackers en Internet.

"Unos amigos nos contaron que aquí se podía estar bien y es sólo por una noche", explica Marcel Kuhler, tumbado en el césped del parque Joan Peiró, cerca de Sants Estació. Este alemán, de 18 años, espera junto a seis amigos y sus mochilas a que abran la estación a las 4.30. Apenas son las 2.00. "Nos sacamos unos billetes de última hora a Málaga y como no tenemos mucho dinero dormiremos aquí", dice. Al lado, otro grupo de viajeros dormita sobre un pareo. Son habitaciones con baño incluido: todo se hace allí mismo.

Las páginas 'web' de mochileros sugieren dónde dormir al aire libre

Los aledaños de la plaza de Joan Peiró se han vuelto una solución de alojamiento para los viajeros low cost. Los portales sleepinginairports.net y travelpunk.com lo reseñan junto al Prat como uno de los lugares para pasar la noche si se quiere ahorrar o hay algún imprevisto. La logística es simple. Mientras unos duermen otros vigilan y matan el tiempo jugando a cartas o charlando. Las fiestas de Sants que estos días se celebran, añaden música, mojitos y un poco más de seguridad por la presencia de la Guardia Urbana.

El panorama cambia en el paseo de Gràcia, donde pasar la noche sentado en los bancos no resulta placentero. Andrea Gallego y su novio, una pareja de chilenos en la veintena que mochilea por Europa, tienen cara de trasnochar y se llevan las manos al cuello. "Nuestro vuelo sale muy temprano y no valía la pena pagar una noche más. Queríamos disfrutar de la ciudad", cuenta. Sin embargo, el panorama no es tan apacible como en Sants. "Aquí hay mucho movimiento y tenemos que cuidar nuestras cosas", puntualizan.

Nadie sabe cuántos mochile-ros visitan la ciudad. En sus esta-dísticas, Turismo de Barcelona no los cuenta como tales. Las cifras de visitas (6.659.075 el año pasado) sólo reflejan la ocupación hotelera. Tampoco se sabe mucho de sus hábitos. El patronato asegura que "en la promoción turística se analizan todos los posibles segmentos del sector", pero aclara que ahora el acento está en captar turismo de "alto poder adquisitivo". Según sus datos, el gasto medio por persona y día se sitúa en 372 euros. Marcel y sus amigos no entran en esa categoría. "No venimos aquí sólo a emborracharnos", explica el joven entre risas. "La ciudad mola", dice en un intento de practicar castellano. Le ha llegado la hora de dormir. Hace a un lado las cartas, mira el reloj y le dice a uno de sus compañeros: "Despiértame cuando abran la estación".