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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Casi perfecto"

Nadal refuerza en Cincinnati la confianza en sí mismo

Para Rafael Nadal todo se reduce a una cuestión geométrica, física, de ocupación de espacios. El tenista español, de vuelta a las pistas tras dos meses apartado de la competición por una tendinitis y un edema en ambas rodillas, vive días de pública excitación y silenciosa cautela. Dos escenas lo resumen todo. En la primera se clasifica para las semifinales del torneo de Cincinnati (venció por 6-4 y 7-5 al checo Tomas Berdych y esta madrugada pasada se enfrentó en las semifinales al serbio Novak Djokovic) y lo celebra agitando sus brazos congestionados y con dureza de piedra, las emociones disparadas por una gran victoria. La segunda, sin embargo, muestra al doctor Ángel Ruiz Cotorro y al fisioterapeuta Julián Casanova preparando, junto a sus maletas, la máquina de termoterapia con la que cuidarán al número tres mundial durante el Abierto de Estados Unidos, que comenzará el día 31. Nadal sigue siendo tratado diariamente con una máquina de magnetoterapia, ha estado jugando con una protección en sus doloridos abdominales y sufre los peajes de la vuelta a la competición, pero no es lo que le importa. Seis partidos después de su regreso, ha reencontrado su sitio.

"Contra Berdych jugué a mi nivel normal cuando estoy con ritmo"
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"Tuve muy buenas sensaciones, sobre todo con la derecha, y eso me permitió jugar más dentro", explicó; "al principio, jugué casi perfecto. Luego, Tomas empezó a sacar muy bien, pero no perdí el sitio. Siempre estuve cerca de la línea de fondo. Es lo que buscaba... Creo que he perdido menos sitio que en encuentros anteriores, que me defendí más dentro, y eso es importante. He jugado a mi nivel normal cuando estoy con ritmo. Eso son muy buenas noticias: no esperaba llegar a las semifinales".

Ese gravitar sobre la línea de fondo del que habla con tanta sencillez Nadal es la partitura del éxito en cancha rápida. Clavarse sobre la raya abre el panorama de la pista contraria, facilita los tiros largos y empuja al rival más allá de lo recomendable para sus intereses: el tenis es un juego de vasos comunicantes y cuando uno juega largo obliga al contrario a hacerlo corto. Eso hizo el mallorquín. Ahí están las estadísticas: no concedió ni un punto de break y se procuró seis sobre el servicio de Berdych, un reputadísimo sacador que le había ganado tres de las cuatro veces que habían jugado sobre cemento. Faltan otras cosas. Que un adversario de gran nivel mida ese revés con altibajos, saber cómo responde a la dureza de cuatro duelos seguidos ese cuerpo que todavía busca consuelo en las máquinas de los fisios y ver qué Nadal apareció esta madrugada contra Djokovic en su búsqueda de un puesto en la final contra el ganador de la cita Roger Federer-Andy Murray.

Antes, sin embargo, hubo un aviso para el conjunto del circuito. Con el Abierto de Estados Unidos en el horizonte, Nadal mide sus encuentros en términos de confianza. Las inesperadas semifinales alimentan la seguridad de un competidor radical, único, el mejor en ese apartado. "Cualquier resultado contra Novak me va a ayudar", resumió; "es un paso más de nivel. Sabré que estoy ahí si el tanteador es apretado".

Rafael Nadal, en su duelo contra Tomas Berdych.
Rafael Nadal, en su duelo contra Tomas Berdych.AFP

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