Fe, chulería y una tapa de entresijos

A principios de 1787, unos niños se encontraron un lienzo de Nuestra Señora de la Soledad en la calle de la Paloma. Isabel Tintero, una portera del barrio, vio a los chiquillos con el cuadro, les soltó unas monedas por él, lo bruñó y lo expuso en su portal. Desde entonces hasta hoy, la Virgen de La Paloma ha hecho un milagro tras otro, a cual mayor, y los vecinos de La Latina le han entregado toda su fe.

Es la síntesis de doña Emilia. Su marido, fallecido hace tres meses, era el presidente de la Congregación que venera a esta virgen. A su lado está Alfredo, con La Paloma tatuada a lo largo del antebrazo derecho. "Aquí la llevaré hasta la muerte", dice el hombre.

El día cumbre de las fiestas será el sábado, cuando los bomberos bajen a la santa de su altar y la porteen calle de Toledo abajo. Hoy empiezan los prolegómenos del día grande: concurso al mantón más bello en la calle de la Paloma y concurso del Juego de la Rana en la calle de Toledo. La vía se cerrará para que los vecinos compitan por parejas para ver quién encesta más hierros en la boca de una gran rana de pega.

La primera jornada se cierra con la actuación de un insigne rockero de Carabanchel, Rosendo Mercado, en el parque de Las Vistillas. Se desconoce si es devoto de la Virgen de La Paloma, pero seguramente se empleará por alegrar la noche de Madrid. Combustible no faltará. Los tenderos se afanaban ayer a última hora por disponer su oferta para el concierto y los días sucesivos: en sólo tres puestos, para abrir boca, unos 5.000 litros de cerveza, 100 kilos de tortilla, 20 cajas de calamares y 300 kilos de entresijos, un refrito de tripa de cordero con un olor que arredra a la pituitaria.

Las fiestas de La Paloma cogen el testigo de las de San Lorenzo, en Lavapiés, que terminaron ayer por la noche. En la calle de Argumosa los feriantes desmontaban las barracas. Más arriba, en la iglesia de San Lorenzo, no había rastro de la devoción entregada en los días pasados. Juan Carlos, un chico dominicano, hacía balance de la verbena echado sobre una pared: "Ha sido buena, pero corta. Dese cuenta que en mi tierra se vive todo el año a ritmo de vaciladera".

La verbena de San Cayetano también es historia hasta 2010, aunque ayer todavía colgaban las guirnaldas de la calle del Oso. Allí tomaban el fresco al anochecer tres vecinas mayores del barrio, Encarna, Isadora y Antonia. En su memoria, la actuación estelar de la verbena: "Vinieron dos travestis, dos hombres vestidos de mujer. Una imitó a Concha Piquer, a Rocío Jurado y a la Lola. La otra, cantó por Marifé de Triana. ¡Uy, qué cosa bonita!", decía Isadora sentada en su sillita de tijera. El único borrón de la fiesta, contaba Encarna, fue la suspensión de la procesión de San Lorenzo el lunes: "Hay que ver lo que llovió. Anda que no iban las chulaponas empapaítas...".

No hubo milagro que librase a San Lorenzo de la lluvia. La Paloma no terció por su colega.