Mujeres que cambian el mundo
Una obra inclasificable de Luigi Nono sobre la utopía de las revoluciones levanta pasiones en el Festival de Salzburgo
Se espera siempre de un festival importante como el de Salzburgo un espectáculo que marque la diferencia respecto al resto, que encienda al público, que levante escondidas pasiones. Ni la buena factura de Claus Guth en la dimensión escénica de Così fan tutte, de Mozart; ni el carisma de Riccardo Muti al frente de la Filarmónica de Viena en Moïse et Pharaon, de Rossini; ni el irresistible atractivo de la soprano alemana Christine Schäfer arropada por Ivor Bolton y la orquesta barroca de Friburgo en el precioso oratorio escenificado Theodora, de Händel, habían conseguido sacar a la luz esa locura necesaria, ese aire de excepcionalidad que uno va buscando en las convocatorias artísticas más prestigiosas.
El asombro, la emoción, el arrebato, llegaron con Al gran sole carico d'amore, "acción escénica" en dos actos de Luigi Nono, estrenada en Milán en 1975 con un montaje de Juri Ljubimov y posteriormente recuperada en Francfort, en 1978, con una puesta en escena de Jürgen Flimm, actual director artístico del Festival de Salzburgo, que ha retomado con la selección de esta obra una vieja deuda de afecto. Las representaciones salzburguesas, en una coproducción con la Staatsoper Unter den Linden de Berlín, están dedicadas a la memoria de la bailarina y coreógrafa alemana Pina Bausch, recientemente fallecida.
No se trata Al gran sole carico d'amore propiamente de una ópera. Es un canto a las utopías revolucionarias, con una serie de escenas paralelas llevadas por cinco mujeres, que simbolizan el espíritu de movimientos que van desde la Comuna de París a las guerrillas boliviana, cubana o vietnamita, pasando por la revolución de octubre en Rusia de la mano de un personaje de La madre, de Gorki, o la figura de una prostituta y partisana de origen siciliano extraída de una obra de ficción de Cesare Pavese.
La obra empieza con un texto del Che Guevara en español - "la belleza no está reñida con la revolución"- y contiene, además de las citadas, referencias de Rimbaud, Marx, Lenin, Castro, Brecht o Gramsci, entre otros. La obra no tiene nada de panfletaria. El ansia de un mundo más justo se eleva por encima de las demagogias, y ello es debido fundamentalmente a la sensacional música de Luigi Nono, interpretada magistralmente por Ingo Metzmacher al frente de una descomunal y luminosa Filarmónica de Viena, con el apoyo esencial de los coros de la Ópera de Viena. La acción, a cargo de la directora escénica inglesa Katie Mitchell, se desarrolla en varios niveles, integrando lenguajes teatrales, cinematográficos y puramente musicales, en un ejercicio "espacial" de escucha que exige un número de efectivos elevadísimo y varios lugares para situar las fuentes sonoras y teatrales. La música sobrecoge y envuelve, la fuerza de los coros conmueve, los solistas vocales y los actores consiguen trasladar la tragedia y el empuje idealista de las diferentes situaciones.
No es la primera vez que mantengo que en Salzburgo se está creando un sector de público más que considerable, al lado del tradicional, cuyas preferencias se decantan por la música del último siglo. El éxito clamoroso de Al gran sole carico d'amore, de Luigi Nono, lo confirma. Y también la favorable, más bien entusiasta, acogida a un ciclo como el dedicado a un visionario de la música como Edgard Varèse (1883-1965) en ocho sesiones. Hasta el mismísimo Riccardo Muti va a participar, al frente de la Filarmónica de Viena, dirigiendo una obra como Arcana, para gran orquesta. Es digna de reseñarse asimismo la gran impresión dejada por el Klangforum de Viena los últimos días en los dos conciertos de este ciclo en los que ha participado.
Seguramente sea ese cosmopolitismo de la programación, en las cotas más altas de calidad interpretativa, lo que da el sello de distinción a un festival como el de Salzburgo. En la ciudad de Mozart cada uno puede encontrar la música que desee, no sólo la de su hijo más distinguido. Y en muchas ocasiones con propuestas de alto riesgo artístico.
No siempre los espectáculos o conciertos son redondos, pero la mayoría de las veces responden a las expectativas. Y de cuando en cuando salta la liebre de la excepcionalidad. Es lo que ocurre con la inclasificable azione scenica de Luigi Nono. La edición de 2009 ya tiene un espectáculo para el recuerdo. Cultural y artísticamente, ha cumplido.
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