Una nave industrial del Poblenou alberga a 16 jóvenes marroquíes

El teléfono no funciona en este salón lúgubre, de aire y olor pegajoso. Es sólo un elemento decorativo de esta vivienda improvisada entre los desechos que pueblan una nave decrépita. Los carteles con los nombres de las capitales de comarcas sobre las camas recuerdan que el espacio fue un garaje desde donde salían mercancías a toda Cataluña durante la época dorada del Poblenou industrioso. Ahora la vieja empresa sirve de jerba. Así es como denominan refugio en su lengua los 16 jóvenes marroquíes que se alojan en él, junto con un español. Los más jóvenes acaban de cumplir 18 años y casi ninguno rebasa los 25. Todos están en paro. Y ello a pesar de haber enviado centenares de currículos, se lamenta uno, o de tener acabada una formación profesional, se quejan otros. Todos llegaron cuando eran menores. Hallaron trabajo en la construcción y residían en un piso en alquiler, cuentan ante el televisor. El aparato se alimenta de la electricidad que aún corre por los cables del edificio. Cogen agua del solar de al lado, pero no es potable. Se duchan como pueden, pasan frío en invierno y cuando llueve tienen goteras.