Un futuro menguado
La crisis reducirá el crecimiento potencial de las economías, quizás durante mucho tiempo
Si hiciéramos caso a la euforia en la que parecen inmersos los mercados, a estas alturas la economía global debería haber dejado atrás definitivamente la recesión y tendría ante sí una etapa de crecimiento fuerte y robusto. Pero la realidad es otra y hay muchas señales que llaman a la prudencia. Más aún, muchos economistas y altos cargos de distintos gobiernos en todo el mundo alertan contra un exceso de optimismo y recuerdan que también en la Gran Depresión los periodos de recesión se alternaron con breves etapas de estabilización. Son los mismos que auguran una recuperación en forma de dientes de sierra o de W repetida.
Pase lo que pase en los próximos meses, de lo que no cabe duda es que las consecuencias de la crisis no van a ser fáciles de dejar atrás. La idea de que una vez superada la recesión volveremos a la situación de partida del verano de 2007 tardará, en el mejor de los casos, años en hacerse realidad. Incluso existe el riesgo real, según advierten distintos informes, de que no se recupere el terreno perdido.
Las recesiones por crisis financieras son más profundas y duran más
Volver a la situación del verano de 2007 llevará años
En este escenario, la subida de tipos puede llegar antes de lo previsto
Los estímulos no se pueden retirar ni demasiado pronto ni demasiado tarde
Una de las consecuencias más evidentes de la crisis es la reducción del crecimiento potencial, entendido como el nivel de producción máximo que puede alcanzar la economía con el trabajo, el capital y la tecnología existentes sin provocar presiones inflacionistas, según la definición de José Ramón Díez Guijarro, director del Servicio de Estudios de Caja Madrid.
Se trata de una variable clave para analizar si siguen predominando en la economía los riesgos deflacionistas o si hay que empezar a preocuparse por las subidas de precios, para valorar si las políticas fiscales expansivas han ido demasiado lejos o, incluso, para anticipar si en el próximo ciclo vamos a tener que convivir con unos niveles de paro más elevados. Su análisis es, por tanto, decisivo en un momento como el actual en el que se empiezan a analizar las posibles estrategias de salida de los planes de estímulo y de la corrección de las políticas monetarias laxas actualmente en vigor.
Tradicionalmente, el crecimiento potencial se reduce en épocas de recesión, debido a la caída que se produce en la inversión, al aumento del paro estructural y a la reducción de gastos, como la investigación y el desarrollo, que propician un aumento de la productividad. La historia sugiere, sin embargo, que las recesiones originadas por crisis financieras son más profundas, tienden a durar más que las otras y suelen tener un impacto permanente sobre el nivel de producción, lo que hace que la recuperación -cuando se produce- sea también más suave y que mantenga ese bajo nivel durante mucho más tiempo.
Así lo reconocen tanto la Comisión Europea en su último informe trimestral sobre la eurozona y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su informe de perspectivas del pasado mes de junio. De acuerdo con este último, el crecimiento potencial tras las crisis financieras se reduce, de media, entre 1,5 y 2,4 puntos porcentuales, según la experiencia de los 30 países que integran la organización. Esta merma, en los peores casos, ha llegado hasta el 4%.
Menos claro es su impacto sobre el largo plazo, porque si bien el crecimiento potencial se redujo tras la crisis bancaria de Japón de finales de los años ochenta y principios de los noventa, en el caso de Suecia y Noruega, que sufrieron una crisis bancaria entre 1991 y 1993, ambas economías registraron un claro aumento del crecimiento potencial gracias al saneamiento llevado a cabo por sus Gobiernos.
En esta ocasión, la crisis financiera se ha producido, además, de forma sincronizada a nivel global, lo que provoca que la recesión tenga efectos más severos sobre la economía, como aseguran los economistas de BNP.
"El aumento del desempleo, con sus efectos sobre el paro de larga duración y los efectos desincentivadores sobre la tasa de actividad y el capital humano, afectarán al crecimiento potencial a largo plazo. Además, el reajuste sectorial del sector financiero y su impacto -vía restricción del crédito- sobre otros sectores hará que el factor trabajo y el factor capital tarden tiempo en ajustarse, lo que afectará al desarrollo a largo plazo y, por tanto, al crecimiento potencial", admite David López-Salido, jefe de Estudios Monetarios de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Es la misma tesis que se desprende del análisis de Bruselas. La Comisión ha reducido el crecimiento potencial previsto para la eurozona para este año y el próximo a más de la mitad hasta situarlo en el 0,7%. "Un descenso atribuible a un fuerte aumento del paro estructural y a una sustancial menor contribución del capital al crecimiento", dicen sus autores. Todo ello en un entorno en el que la misma Bruselas estima que habrá una contracción del PIB del 4% en 2009 y del 0,1% en 2010 (esto es lo que se conoce como la brecha de producción o output gap, la diferencia entre el crecimiento potencial y el crecimiento real).
Pese a todo, esas previsiones están rodeadas de incertidumbre "y deben ser interpretadas con precaución", admite Bruselas. "No se pueden descartar riesgos de una corrección más a la baja y permanente del crecimiento potencial", dice el informe, "si no se adoptan las respuestas apropiadas y no se evitan errores políticos". Esas respuestas y errores consisten en evitar la adopción de medidas proteccionistas contra el mercado único, no aprobar cambios legislativos que desincentiven la búsqueda de empleo y que las finanzas públicas corrijan cuanto antes los desequilibrios originados por los planes de estímulo económico y la caída de la recaudación.
Los economistas Gert Jan Koopman e Istvàn Székely, de la dirección general de asuntos económicos de la Comisión Europea, aseguran que esta crisis ya ha provocado una merma de la producción "que puede ser del orden del 5% del PIB" y advierten que si no se toma ninguna medida buena parte de esa pérdida de la economía puede convertirse en permanente. "Eso tendría grandes implicaciones para el estado de bienestar en Europa, sus finanzas públicas y para las aspiraciones de los ciudadanos respecto al futuro de su nivel de vida", apuntan. "La incapacidad para resolver los problemas del sector financiero casi con seguridad llevaría a los países europeos a este escenario".
Si los economistas han centrado su interés repentinamente sobre el impacto que la crisis financiera tiene para el crecimiento potencial es por las implicaciones que esta variable tiene para la política económica en el momento actual.
El apoyo público a los planes de rescate en todo el mundo asciende a 10 billones de dólares, según los últimos cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI), una cifra tan abultada que pone en evidencia la necesidad de retirar esos estímulos cuando la economía inicie su recuperación. Nunca antes en la historia económica tantos países habían incurrido al mismo tiempo en déficits públicos superiores al 10% del PIB. De ahí que el FMI insista en la importancia de que los gobiernos muestren su decisión de reducir los números rojos a largo plazo aunque les urge a mantener los estímulos a corto. Porque ése es el dilema: no retirar los estímulos ni demasiado pronto ni tampoco hacerlo demasiado tarde. Y una reducción del crecimiento potencial puede modificar esos tiempos.
"Si el PIB potencial se reduce, eso aumentará los dilemas de política económica, fiscal y monetaria antes de lo que esperamos. La razón es que las economías crecerán poco y no generarán mucho empleo, pero al mismo tiempo pueden generar inflación. Por otro lado, la corrección de las políticas monetarias (subidas de tipos) puede afectar negativamente a la inversión. Además, el carácter tan expansivo que se le ha dado a las políticas fiscales, dificultará la sostenibilidad de las cuentas públicas en una economía con un menor crecimiento potencial y exigirá ajustes y correcciones muy severos", explica López-Salido.
En la misma línea, el Banco Central Europeo (BCE) ha reconocido que la incertidumbre sobre el crecimiento potencial y la brecha de producción tiene implicaciones significativas sobre sus decisiones de política monetaria. Una considerable reducción de estas variables "puede interpretarse como una indicación de menores tensiones a la baja sobre los precios", dice el banco, lo que anticiparía la subida de los tipos de interés aunque el crecimiento real de la economía no sea muy elevado.
En el ámbito de la política fiscal, ese escenario también implica que buena parte del actual déficit presupuestario podría ser considerado "de naturaleza estructural. Eso llevaría a que la consolidación de las finanzas públicas fuera aún más necesaria con el objetivo de recuperar posiciones fiscales sólidas", según asevera la entidad en el boletín mensual de julio.
De ahí la importancia que tiene en estas circunstancias la coordinación de políticas económicas. "La ausencia de coordinación de las estrategias de salida entre las economías del G-8 y, en particular, los países europeos es especialmente preocupante, porque puede ser mucho más dañina y sembrar las bases de futuros desequilibrios", asegura Marco Annunziata, economista jefe de Unicredit.
Por su impacto de futuro, Koopman y Székely urgen a los Gobiernos de la eurozona a adoptar medidas que impulsen un aumento del crecimiento potencial. En un momento en el que las sociedades desarrolladas deben hacer frente al envejecimiento de la población y la "inevitable" lucha contra el cambio climático, con su consiguiente carga para las arcas públicas.
¡Es el empleo, estúpido!
Parafraseando al ex presidente de EE UU, Bill Clinton, durante la campaña electoral de 1992, es la evolución del empleo el factor decisivo para el crecimiento potencial de la economía española, y no sólo -aunque sin duda también influye- por los más de cuatro millones de parados que arrojan las estadísticas oficiales. De hecho, en el pasado el crecimiento potencial español ha aumentado cuando también lo ha hecho el número de gente trabajando.
La Comisión Europea explica en su informe que los países afectados por una crisis financiera en los últimos veinte años que han visto aumentar su crecimiento potencial coinciden con aquellos en los que se ha registrado un fuerte aumento de la productividad. Excepto en el caso de España. "En España, el incremento del potencial de crecimiento se debió, principalmente, al aumento sustancial de la aportación de la población activa, lo que puede explicarse por la fuerte subida de la tasa de actividad durante esos años", dicen los autores del informe en una nota a pie de página. Hasta ahora, la teoría decía que el PIB debía crecer a un ritmo del 3% anual para crear empleo neto. Algunos incluso decían que ese nivel se había reducido.
"Es una falacia que haya cambiado ese patrón en los últimos años. La evolución del empleo -y por tanto su contribución al PIB potencial y real- va a depender de la evolución de los costes laborales unitarios. Si los salarios suben por encima del nivel de precios, sin duda el empleo se resentirá", explica el profesor del IESE, Juan José Toribio. "Si somos políticamente capaces de llevar a cabo las reformas estructurales necesarias o los acuerdos sociales que en el pasado impulsaron la creación de empleo, podremos superar la actual crisis", dice con relativo optimismo.
A corto plazo, al menos, parece que la tendencia es otra. La OCDE explica que el deterioro del mercado de trabajo va a restar 1,4 puntos porcentuales al crecimiento potencial de España este año y 1,3 puntos en 2010. En total, el crecimiento potencial de la economía española va a pasar del 3,1% que registró de media entre 2006 y 2008 al 1,2% entre 2009 y 2010 y del 2,1% previsto para el periodo 2011-2017. -
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