Un recuerdo al Alavés bajo el bochorno

Un año más, Celedón se transmutó de muñeco en la forma humana que encarna Gorka Ortiz de Urbina y la fiesta tomó Vitoria. Más de 35.000 personas entonaron el ya clásico "Celedón tiene una casa nueva / Celedón, con ventana y balcón", en un ambiente marcado por la tranquilidad y el sofocante bochorno. La contestación de la izquierda radical a la presencia del nuevo Gobierno vasco en la balconada de San Miguel, con la lehendakari en funciones, Isabel Celaá, y el consejero de Interior, Rodolfo Ares, como cabezas visibles, resultó mínima. Se quedó en una pancarta preguntando por el paradero del etarra Jon Anza, desaparecido en Francia con una importante cantidad de dinero de la banda terrorista, que se retiró en el momento del chupinazo, un intento de representantes de la izquierda abertzale en las Juntas Generales alavesas por colocar una ikurriña en la balconada abortado por agentes de la Policía Local y la exhibición de pocas fotos de presos etarras.

Celaá: "Es un momento para la alegría. Que nadie rompa la fiesta"

Apenas se vieron en la plaza carteles relacionados con ETA y sus presos

Ya la anterior madrugada, los servicios de limpieza del Ayuntamiento habían retirado en la calle Cuchillería, en pleno Casco Viejo, sin ningún incidente varios carteles relacionados con ETA, según informaron fuentes de Interior.

El supuesto dopaje de Mikel Astarloza no hizo remitir el apoyo al Euskatel que mostraban las cabezas de las decenas de miles de personas que inundaban la Plaza de la Virgen Blanca. A miles se veían los gorros naranjas de la compañía de telecomunicaciones que patrocina las fiestas, mientras todos los presentes trataban de sofocar el bochorno que causaban los más de 35° con cava barato y mucho entusiasmo. Sin olvidar los imprescindibles 3.500 litros de agua que lanzó al gentío el camión de los Bomberos.

Aunque para cuerpo, el de Ortiz de Urbina, sin duda el ser humano más deseado entre las 18 y las 18.15. Una vez que el muñeco descendió desde la torre de San Miguel hasta la calle Postas, el blusa de Bereziak, el Celedón del siglo XXI, se convirtió en lo más codiciado de la ciudad. Conocida es la leyenda urbana que pronostica ligue seguro a quien toca a Celedón. Por lo que se vio ayer, aún quedan muchos supersticiosos pues Celedón casi acaba en la plaza de España, fuera de recorrido, arrastrado por la multitud de presuntos seductores, sin poder concluir su camino a la balconada.

Afortunadamente, los blusas que le cuidan en su paseo enderezaron el paso y, tras ocho interminables minutos, la comitiva llegó a los pies de la iglesia de San Miguel. Ascendió Celedón, colocó el pañuelo al alcalde, Patxi Lazcoz, hizo lo propio con el chupinero, Paco Cintero, en representación de las asociaciones de donantes de Álava, a las que el PNV ha cedido el honor, y salió a saludar.

Como viene siendo habitual en los últimos años, Ortiz de Urbina añadió una perla propia a los habituales cantos festivos. Celedón cedió el protagonismo al Alavés que bien que lo necesita tras haber descendido a Segunda B. Y se lanzó a cantar el himno del club seguido por toda la plaza, en una comunión que ya quisieran muchos equipos de Primera. Fue la expresión máxima del buen ambiente que marcó el inicio festivo.

En otras palabras, la lehendakari en funciones, Isabel Celaá, transmitió ese mensaje momentos antes del chupinazo: "Es un momento para la celebración de la alegría y de la paz; que nadie rompa la fiesta", solicitó. Luego enfatizó la apuesta por la igualdad: "Desde siempre, las fiestas de Vitoria se han caracterizado por la participación ciudadana y el protagonismo de las cuadrillas de blusas y neskas en igualdad de género".

Como en ocasiones anteriores, el alcalde, Patxi Lazcoz, aprovechó para reivindicar en su vestimenta un evento relacionado con Vitoria. Si el año pasado, el protagonista de su camiseta era el soterramiento, en esta ocasión apostó por el Campeonato de Europa de triatlón de larga distancia, que se celebrará en Vitoria en 2010.

Junto al primer edil y los representantes del Gobierno también estuvieron en el balcón la presidenta del Parlamento, Arantza Quiroga, o el diputado general, Xabier Agirre, quien ofreció su personal punto de vista sobre el pañuelo que se ha de llevar en La Blanca, el de cuadros, que él portaba, o el habitual rojo. A ellos se sumaron otros representantes políticos, entre ellos el secretario general del PP vasco, Iñaki Oyarzabal; el presidente del PNV alavés, Iñaki Gerenabarrena, o el ex diputado general Ramón Rabanera.

Comienzan las fiestas de Vitoria