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El futuro de Oriente Próximo

Al Fatah renueva la causa palestina

El partido de Yasir Arafat celebra su primer congreso en 20 años para rejuvenecerse y lavar su imagen - Mahmud Abbas apela a la resistencia, pero condena el terrorismo

Veinte años después de su último congreso, Al Fatah, el partido fundado por Yasir Arafat en 1958, busca su camino, revitalizar su dirección con sangre nueva y reforzar su prestigio de antaño ahora hecho trizas. La corrupción de décadas es una losa pesada, como lo son los nulos frutos cosechados durante 20 años de negociación con Israel y tres procesos de paz frustrados. El presidente palestino y líder de la formación, Mahmud Abbas, inauguró ayer en Belén el sexto congreso con una reflexión de dos horas sobre la historia y las virtudes del movimiento que ahora sólo gobierna Cisjordania, porque Hamás es dueño de Gaza. Abu Mazen, apodo del mandatario, pronunció un discurso de equilibrismo político: "Aunque la paz es nuestra elección, nos reservamos el derecho a la resistencia, legítima según el derecho internacional... No estropeéis nuestra lucha con el terrorismo".

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"Nadie nos puede conducir adonde no queremos ir", aseguró el veterano y moderado líder en alusión a los atentados suicidas perpetrados por los grupos armados islamistas en el pasado reciente. Y es que Hamás y la abismal división en Palestina planean sobre un congreso presidido por un enorme cartel con la fotografía de Arafat. Sin reconciliación con los fundamentalistas -al margen de los obstáculos que ya plantea Israel- será una heroicidad que Barack Obama logre su propósito de imponer la paz en Oriente Próximo.

Abbas eligió cuidadosamente sus palabras. Algunos de sus correligionarios han utilizado también la expresión lucha armada. Pero el jefe de la Autoridad Palestina eludió pronunciar la palabra armada. "La empleará lo menos posible", aseguraba una fuente de la organización del congreso. Porque el término resistencia incluye también la desobediencia civil, concepto que se ha barajado en el borrador del programa político. En este documento se admite cierto grado de violencia, aunque siempre en los territorios ocupados -incluido Jerusalén Oriental-, como método para luchar contra la colonización de Cisjordania y contra el muro de hormigón y el vallado metálico que muerde pedazos del territorio a lo largo de sus 750 kilómetros. Y se contempla la posibilidad de declarar unilateralmente un Estado palestino en los territorios conquistados en 1967 si no se alcanza un acuerdo político con el Estado sionista.

El citado borrador prevé asimismo que Al Fatah rechazará reconocer a Israel "como un Estado judío", una de las exigencias del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para acceder a la creación de un Estado palestino que en ningún caso tendría las atribuciones de soberanía de cualquier país del mundo. Admitir esa condición supondría una renuncia anticipada a los derechos de los refugiados, un asunto crucial para los palestinos, al margen de las consecuencias que podría acarrear para el millón y medio de árabes-israelíes, que de hecho siempre han sido ciudadanos discriminados.

Belén fue literalmente tomada por los cuerpos de seguridad. Apenas circulaban coches y menos en las cercanías del Colegio Terra Sancta, sede del congreso. Desde las ocho de la mañana comenzaron a llegar los 2.200 delegados con derecho a voto -ausentes 350 de Gaza por haberlo impedido Hamás- para elegir el Comité Central de Al Fatah (21 miembros) y el Consejo Revolucionario (120). Dirigentes procedentes de Siria, Jordania, Líbano, Túnez, Ucrania, Chile o Reino Unido desfilaban entre sonrisas y abrazos. Algunos no se veían desde hace tres décadas. Todos, salvo alguno implicado en el atentado terrorista de Múnich en 1972, obtuvieron el permiso de Israel para acudir al primer congreso en suelo palestino.

Un simple vistazo bastaba para constatar la imperiosa necesidad de renovación. Lo que ahora domina los órganos de dirección es casi una gerontocracia. Se ausentaron importantes líderes como Faruk Kadumi, que semanas atrás acusó a Abbas y a Mohamed Dahlan, uno de los hombres fuertes y a la vez más detestados incluso entre sus filas, de instigar el asesinato de Arafat.

La vieja guardia, repleta de desacreditados prebostes vinculados por la mayoría de los palestinos a la corrupción desmedida que dominó la primera década de la Autoridad Palestina, luchará por sobrevivir. Lo reconoce sin tapujos Nabil Amr, embajador de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Egipto, quien busca un asiento en el Comité Central: "Al Fatah está lleno de ladrones, espías y corruptos. Sólo sobrevive por su cercanía a la gente". Muchos lo llaman clientelismo. Frente a ellos, los dirigentes jóvenes -muchos son cincuentones- pelearán por su cuota de poder. Naser al Qidua, figura emergente y sobrino de Arafat, precisaba: "Lo mejor sería combinar a la generación vieja con la nueva".

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, a su llegada al congreso.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, a su llegada al congreso.EFE

Hamás torpedea el cónclave

Días atrás Ghalia Abu Sitti se cubrió completamente el rostro, marchó sobre un carro tirado por un mulo y los policías del Gobierno de Hamás, que nunca pedirán a una mujer que se descubra, poco pudieron hacer en el control cerca de la frontera entre Gaza e Israel. Era una delegada de Al Fatah, que logró escabullirse y llegar a Belén. Sin embargo, 350 de los representantes del partido en Gaza tuvieron que contentarse ayer con seguir el discurso del presidente Mahmud Abbas por televisión. El movimiento islamista prohibió su salida. Exigían la liberación de un millar de sus correligionarios encarcelados en los últimos meses en Cisjordania. "Con sus acciones, Hamás ha profundizado la brecha con Al Fatah", declaró el mandatario.

También consiguió alcanzar Belén Ibrahim Abu An-Naja. Pero este dirigente decidió regresar para solidarizarse con los retenidos. Hay mar de fondo. Varios líderes de Al Fatah en Gaza anunciaron su boicoteo al congreso porque la organización decidió días antes del cónclave añadir 900 delegados a los 1.550 previstos. Nadie sabe si decantarán la balanza a favor de los veteranos, restando poder a los más jóvenes favorables a la renovación. Ashraf Goma, un líder de Al Fatah en Gaza, resumía con precisión a Reuters lo que esperaba del Congreso: "Los cambios tal vez no sean muy grandes, pero todo cambio será positivo. La transparencia y la rendición de cuentas serían el mayor logro".

Las referencia a Hamás eran obligadas y señal de la profunda división que aqueja a la sociedad palestina. El partido fundamentalista se adueñó de Gaza tras meses de cruentos choques armados entre los milicianos islamistas y las fuerzas de seguridad leales a Abbas, expulsadas de la franja en junio de 2007. Al Fatah, Israel, Egipto, Jordania, la Unión Europea y Estados Unidos nunca aceptaron el triunfo de Hamás en las elecciones de 2006.

Resulta difícil creer que Abbas aspirara a que sus rivales permitieran el acceso de los delegados sin recibir nada a cambio. Los fundamentalistas han resistido embestidas de enemigos mucho más poderosos como para rendirse ante la presión de sus rivales. Hamás contraatacó ayer. "El discurso de Abbas está lleno de mentiras. Ellos fueron cómplices en la guerra que lanzó Israel, y países europeos nos han informado de que la Autoridad Palestina ha participado en el bloqueo económico que sufrimos", afirmó el portavoz Fauzi Barhum.

El sueño de Arafat

- Al Fatah fue fundado en la clandestinidad a finales de los cincuenta por Yasir Arafat y otros nacionalistas palestinos.

- En los años sesenta, el movimiento se convierte en la facción palestina más poderosa. Arafat asume en 1969 la presidencia del comité ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina.

- 1982. Israel invade Líbano y prohíbe la presencia de los dirigentes de Fatah, asentado allí desde la expulsión de Jordania en 1970. Arafat se refugia en Túnez.

- 1987. Los halcones de Fatah impulsan la primera Intifada.

- A principio de los noventa, Arafat y la vieja guardia de Fatah lideran el proceso de paz de Oslo.

- Tras la muerte de Arafat en 2004, Mahmud Abbas asume el liderazgo.

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