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Alejados de la basílica

El tradicional acto de Azpeitia de todos los 1 de agosto tuvo diferencias significativas a anteriores años. La principal, que los simpatizantes radicales abertzales no pudieron acercarse al centro de la plaza de la Basílica de Loiola, donde solían hacer pasillo a las autoridades con fotos de presos etarras e incluso se acercaban al lehendakari para entregarle una carta. Ayer, cerca de 200 personas estuvieron con pancartas a favor de los presos (aunque sin ninguna fotografía) en un extremo de la plaza, a 100 metros de la zona donde pasó la comitiva.

Antes, en el ayuntamiento, hubo más problemas. La lehendakari en funciones, Isabel Celaá, quien llegó al ayuntamiento escoltada por ertzainas, se encontró con cinco ediles de la antigua ANV -entre ellos el ex alcalde Iñaki Errazkin- con carteles a favor del derecho a decidir y una ikurriña con crespón negro. Cuando empezó a saludar a las autoridades locales y, al llegar a la altura de ellos, la Ertzaintza les desalojó de la zona para apartarles hasta los soportales del ayuntamiento. Pese a algún forcejeo, no hubo más incidentes.

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De vuelta al ayuntamiento, tras la homilía en Loiola, los radicales recibieron a las autoridades con una pitada, frente a algunos aplausos del público, cuando la Banda de Música empezó a tocar el Agur Jaunak. El momento de mayor tensión fue una vez terminada el acto y cuando las autoridades habían abandonado la plaza consistorial. Tras recibir algún insulto, varios ertzainas trataron de identificar a quienes estaban allí, lo que provocó forcejeos que no llegaron a más.

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