Desde Ópera hasta Quevedo, reservado para peatones
Si uno sale de, pongamos, el Palacio Real de ver una ópera y quiere ir a tomarse una cerveza al Café Comercial, puede hacerlo andando y sin cruzarse apenas con ningún coche. Y eso es porque las obras de peatonalización de la calle de Fuencarral, a falta de los últimos remates y del mobiliario urbano, están terminadas.
La nueva zona peatonal se une a la calle de la Montera, a la Puerta del Sol y a la calle del Arenal hasta Ópera, formando un eje sin coches sin precedentes en Madrid. Unos tres kilómetros, si se suma el pedazo de Fuencarral restringido a autobuses que va desde la glorieta de Bilbao hasta la de Quevedo.
En el caso de Fuencarral, tras cinco meses de obras (estarán completamente terminadas en agosto) y una inversión de casi 2,2 millones de euros procedentes del Fondo Estatal de Inversión Local, los peatones disfrutan del 91% de la superficie frente al 56% del que disponían hasta ahora.
Y por esa calle paseó ayer el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, en la modalidad municipal de inauguración: la visita a obras. Los comerciantes estaban encantados. Pero una vecina de una de las calles aledañas se acercó al regidor, primero a voces, para recriminarle que tiene que andar más para coger el autobús y que, sobre todo, si le pasa algo su hijo no podría llegar en coche hasta su casa.
Gallardón le plantó a la señora un par de besos delante de las cámaras, le dijo que estaba "estupenda" y le pasó el marrón al concejal de Seguridad y Movilidad, Pedro Calvo. Éste, con más paciencia, le explicó que las personas con alguna discapacidad que les impida andar pueden circular en coche por las calles peatonales. Incluidos sus familiares para recogerla, si es que ella fuera la impedida.
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