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Lepe acumula ya diez asentamientos ilegales de inmigrantes

Abderraman y Jony son inmigrantes y residen en la localidad onubense de Lepe. Uno es de Argelia y el otro de Camerún. El primero llegó desde Francia, en coche, y el segundo desde Marruecos, en patera. Los dos llevan más de seis meses en el país, no tienen papeles, viven en chabolas de plástico y aseguran sentir desesperación por la falta de trabajo y alimentos. Llegaron hace tiempo para la campaña de la fresa. Como ellos, más de 700 subsaharianos deambulan por las calles de Lepe, que ya acumula 10 asentamientos ilegales.

"Vamos todas las semanas a echar una mano", asegura Charo Miranda, coordinadora provincial de Cruz Roja. "Llevamos siete años en Lepe, trabajamos incansablemente y coordinando una oficina de atención al inmigrante", añade.

A las 6.00 Abderraman y Jony acuden a la plaza de la Fuente Vieja, en el centro del pueblo, por si aparece alguien a ofrecer trabajo. Pero no hay suerte. Hacia las tres de la tarde, ambos caminan al mercado de Lepe, en busca de algo que echarse a la boca. Allí, un encargado, les saca el pescado que no se ha vendido. "En vez de tirarlo se lo damos a ellos", explica su compañera. "Nosotros decir gracias, ellos muy buenos", responden los dos, desfallecidos, en un pobre español. Después pasan por la panadería de Juan Muriel, que les da el pan del día anterior, de 90 céntimos, por 50. "Son buenos muchachos, tienen mucha hambre, nada más", comprende el empleado.

Cruz Roja también reparte comida y contenedores para que cojan agua y la almacenen en un recipiente limpio. En la historia de Lepe, esta localidad multiracial en la que ancianas con bata comparten fila en la panadería con subsaharianos, "nunca se había llegado a tantos asentamientos ilegales", asegura un vecino. Sus moradores tienen entre 18 y 27 años y son varones. Las últimas campañas de fresa y naranja en Huelva han sido llevadas a cabo mayoritariamente por jornaleros españoles.

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