París
En Francia, el Tour pone en marcha el mes de julio. En el primer fin de semana, los engranajes de las bicicletas encienden las chispas del verano e inauguran una fiesta deportiva a la que acuden 189 invitados y que se cierra 21 días más tarde saliendo por la puerta grande de los Campos Elíseos. París prestigia a todo ciclista que haya llegado hasta allí después de dar la vuelta a Francia; les agradece que hayan contribuido a otra edición del Tour, que hayan engrandecido su cartografía con nuevas batallas deportivas, con fugas, persecuciones y escaladas.
París bien vale un año más de contrato para el corredor superviviente al margen del lugar que ocupe en la clasificación. En las tres últimas ediciones, Wim Vansevenant batió un difícil récord al ser en todas ellas el farolillo rojo. En 2006, Jimmy Casper había intentado en vano alcanzar esa marca después de haber llegado el último en 2001 y 2004, pero el belga le ganó ¡por 16 segundos! El nombre de Vansevenant se hizo famoso, apareció en todos los medios y ello le facilitó la participación en los criteriums.
Si el reconocimiento llega hasta el último clasificado, el primero se hace para siempre un hueco en el reducido universo de los campeones. La victoria lo eleva a la gloria deportiva. En lo alto del podio, con el trofeo y un ramo de flores, bajo la bandera de su país, olvida las heridas y elogia los méritos de sus adversarios, puesto que así acrecienta su propio mérito. Mientras él brinda con champán y comienza a llenar su agenda y su cuenta bancaria, los líderes rivales beben un sorbo de vinagre y fraguan la revancha para el año siguiente, planifican la nueva temporada para evitar los errores que les han impedido vencer. Los gregarios, con las maletas hechas, vuelven a casa soñando con dormir tres días seguidos.
Al atardecer, en las aceras de París quedan los restos de la fiesta: viseras de cartón con la goma rota, manoplas, folletos publicitarios, envoltorios, botes de bebidas... El montón de despojos de un hermoso sueño de verano.
Eugenio Fuentes es escritor y Timm Kölln fotógrafo.
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