Muerta a puñaladas una chica de 12 años
La policía busca al novio de una tía de la menor como supuesto autor - El hombre, que vivía en la misma casa en Vallecas, huyó después del crimenEl hombre sospechoso, de 28 años, estaba en la casa con la víctima
"¡Déjame, suéltame! ¡Socorro! ¡Socorro!". Los gritos comenzaron a primera hora de la mañana en el rellano de un humilde bloque de pisos del distrito de Puente de Vallecas. Los lanzaba María Mercedes, una joven dominicana de 12 años que cayó desplomada junto a su vecina Consuelo Aldeán. La menor acababa de recibir una puñalada en el tórax que le afectó en el corazón y la mató casi en el acto. Mientras, su presunto asesino volvía por un instante a la escena del crimen.
La joven se tambaleaba de un lado a otro. Se sujetaba el pecho con la mano derecha. Y no paraba de gritar. Cuando se quitó la mano, la vecina pudo ver una herida grande en el tórax que sangraba abundantemente. Tenía empapado el pijama en sangre. Cayó desfallecida. En ese instante salió de la vivienda un hombre delgado, alto, de tez morena, que se mostró muy tranquilo en todo momento. La vecina le pidió ayuda. El hombre no se inmutó. Entró en el domicilio y cogió un teléfono móvil. "¡La has matado tú! ¡La has matado tú!', le grité varias veces, pero no me hizo caso. Salió a la calle y ya le perdí el rastro", añadía la testigo.
El hombre, vestido con una camisa a rayas rosas y con pantalones grises, según varios testigos, subió la calle de Pico Cejo tranquilamente y giró por la primera a la izquierda. Allí se le perdió la pista. Según los que le vieron, caminaba sin prisas por huir del lugar del crimen. La madre de la chica muerta, Amalia, sospecha de quién se trata. "¡Tantos años cuidando a mi niña y metí al demonio en casa, Dios mío!", se lamentaba. La familia sospecha de un amigo, pareja sentimental desde hace pocos meses de una de las hermanas de Amalia, que le pidió el favor de que lo dejara en casa por un tiempo mientras encontraba piso.
"¡No pude ayudar a mi niña, no la pude ayudar!". La madre cerró temprano la puerta de la casa, en el número 22 C de la calle de Pico Cejo, cerca de la M-30. Se marchó a trabajar a la residencia de ancianos Los Nogales, cerca de la Puerta de Toledo, como cada día. Y alrededor de las 8.30 comenzó una discusión por causas aún no esclarecidas que se oía por el pasillo común de la casa. "Los gritos han empezado muy pronto, pero no se les entendía muy bien lo que decían", explicó una vecina, que siguió durmiendo pese a la bronca que había en el piso contiguo. Raquel Bustamante, de 32 años, abrió su puerta del número 22 B y salió corriendo calle abajo con ropa de casa asustada por la llamada de socorro. Se asomó y vio el charco de sangre.
Amalia recibió una llamada terrible que la avisaba de lo ocurrido. Y volvió sobre sus pasos. Cuando llegó a la casa, no la dejaron pasar a ver el cadáver. Se derrumbó. Los psicólogos del Samur tuvieron que atenderla. "¡Mi hija, me la han matado, mi niña!", repetía ayer por la tarde como una letanía. Derrumbada en una silla en casa de un familiar, lloraba por la pequeña de sus cuatro hijos. La misma niña estudiosa y tranquila que trajo a España con mucho esfuerzo por reagrupación familiar. "Estaba muy feliz aquí en España, mi niña". Preguntó quién la había socorrido. Y conoció la intervención de su vecina, Consuelo, a la que apenas le había dado tiempo a conocer porque sólo llevaban una semana en la casa de Puente de Vallecas.
La mayoría de los vecinos se enteró de lo ocurrido con la llegada de dos ambulancias del Samur y varios coches patrulla del Cuerpo Nacional de Policía. La estrecha calle quedó cortada mientras la mujer era atendida por los facultativos. Gente asomada al balcón y delante del cordón policial permaneció durante la mañana hasta que fue levantado el cadáver por orden del juez de guardia.María Mercedes quedó tendida en el suelo mientras la vecina intentaba taponarle la herida con una toalla. Su hijo Roberto fue quien llamó a los servicios de emergencia. "La herida era como un dedo de grande", explicó gráficamente el joven. Cuando llegaron los facultativos del Samur-Protección Civil, la chica estaba en parada cardiorrespiratoria. La puñalada le había entrado por el tórax y le había afectado el corazón, lo que le hizo perder gran cantidad de sangre. Los médicos del Samur intentaron reanimarla durante más de media hora, pero no pudieron hacer nada. Consuelo, que rezó junto al cuerpo de la chica, no podía borrar la imagen. Recordaba angustiada: "Es una impotencia total ver cómo muere una persona tan joven en los brazos de uno". La joven presentaba dos cortes en la mano izquierda, señal de que se intentó defender.
La madre señala al novio de su hermana: "¡Él era el único que tenía llave y la puerta no estaba forzada!", repetía la madre.
Los agentes del Grupo V de Homicidios se han centrado en el entorno familiar más próximo de la fallecida. La Jefatura Superior de Policía de Madrid se negó a facilitar información ni detalles del caso. Una portavoz argumentó que, al tratarse de la muerte de una menor, no podía informar del mismo hasta que se detuviera al autor. Fuentes de la investigación confirmaron que las pesquisas se centran en el chico que vivía con la madre y su hija. Era el único que se encontraba en el piso después de que Amalia se fuera a trabajar. Su descripción física coincide con la facilitada por los testigos. La persona ya está identificada y pendiente de ser interrogada.
Los vecinos de la víctima la conocían muy poco. Se acababan de mudar a la casa de dos plantas y fachada color crema en la que residen ocho familias en pisos pequeños. El cadáver de María Mercedes fue trasladado a las 13.37 al Instituto Anatómico Forense. Su fallecimiento eleva a 30 las muertes violentas en la región en lo que va de año. Es la cuarta víctima menor de edad que fallece por un crimen en Madrid desde el pasado mes de enero.
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