Una fábrica de futuras estrellas
La Fundación Albéniz reedita su cita con los mejores talentos jóvenes de la música
Yoshiko Ueda espera su clase magistral en la sala del conservatorio. Frente a la ventana, la silueta de esta japonesa de 23 años es tan natural que parece imposible que cuerpo y violín puedan separarse. Entra Marco Rizzi, uno de los violinistas europeos de más prestigio. Comienza el espectáculo. El Waltz-Scherzo de Tchaikovski sale del violín de Ueda sin dificultad. No en vano, es parte del centenar de estudiantes que ha sido seleccionado este año para el Encuentro de música y academia de Santander, un mes frenético de clases con los mejores músicos, de ensayos y conciertos que la Fundación Albéniz organiza anualmente desde 2001 en Cantabria para jóvenes talentos. Tanto recitales de solistas, como música de Cámara u orquesta, estudiantes y profesores han dado este año 63 conciertos en diversas localidades cántabras.
Bajo la dirección del húngaro Peter Csaba, 13 profesores de altísima calidad -Natalia Shakovskaya, Felix Renggli, Ivan Monighetti o Tom Krause, entre otros- comparten sus conocimientos y el escenario con las jóvenes promesas de la música clásica. "Esto es como la Fórmula-1 de la música", asegura el director: "Cada año el nivel es más y más alto". Para elegir a los estudiantes, el propio Csaba visita conservatorios de toda Europa durante el invierno. "Se busca calidad artística, rapidez mental y potencial de desarrollo; alguien puede tener mucho talento, pero si tiene problemas técnicos o es muy rígido, éste no es el lugar correcto. Porque aquí experimentamos con el mundo de la música. A veces los jóvenes reciben una partitura, la ensayan dos veces y tienen que salir al escenario y convencer al público", afirma Rizzi, sobre las prioridades y lo válido de la experiencia.
Matthieu Handschoewercker, francés de 22 años, también toca el violín y reconoce que vive por y para la música. "Sólo quiero ser feliz con mi violín para compartir la música con amigos, y ser feliz en mi vida. Pero mi vida es sólo la música; es mi trabajo, mi pasión, todo", afirma.
Música para una escuela es otra de las iniciativas que forman parte del encuentro. Una de ellas es del español Tomás Marco, el cuarteto Memorial para el olvido, que se estrenó ayer en el Palacio de Festivales de Santander. Paloma O'Shea, pianista además de presidenta y mecenas de la Fundación Albéniz, afirma que la iniciativa busca "contribuir a que los jóvenes músicos de mayor talento eleven sus miras y, además de cultivar el repertorio clásico romántico, que ya lo hacen y muy bien, desarrollen también el gusto por la música de su tiempo".
Durante la clase magistral, Yoshiko recibe las recomendaciones de su profesor sin inmutarse. Al final de la clase, casi una hora después, se retira del cuello el violín y deja ver postillas, arañazos y rozaduras que asustarían a cualquiera. "Es normal, depende del tipo de piel de cada uno", quita importancia Rizzi.
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