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AL CIERRE
Columna
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La capibara

Llegó a Cosmocaixa una cría de capibara, de año y medio de edad, una hembra llamada Brasilia. La trajeron de ultramar para que haga compañía y se reproduzca con el único congénere que había en ese museo -o que quedaba, pues me parece recordar toda una colonia-, cuyo aspecto rarísimo tanto intriga a los visitantes.

Las multitudes incesantes pasan ante el gran tanque de vidrio del "bosque sumergido", observando circular bajo el agua pantanosa a los grandes peces misteriosos, y las plantas acuáticas, helechos y arborescencias que se alzan complicadas como un párrafo de Paradiso, tras la pared transparente, turbia de humedad. Y arriba, encaramado sobre una roca, descubren al capibara macho, inmóvil como una estatua, como la Sirenita de Copenhague, una sirenita peluda... pero no: ¡Mira, se ha movido!

Las capibaras son los roedores más grandes del mundo (un metro de longitud por medio de altura), y tienen aspecto de error de la naturaleza, porque, salvo las patas, todo el cuerpo está cubierto de un vello largo, de color ocre. Entre las cortinas de pelo de la cabeza se recortan los ojos achinados, pequeños. No tienen cola. Son casi anfibios. En algunos países suramericanos se aprecia mucho su carne para la cocina y la piel para hacer zapatos y bolsos de cuero. Y se les apacienta, formando con ellas grandes rebaños.

La idea es que Brasilia, que ha llegado a Barcelona por gentileza de Ze Roberto Marinho, se reproduzca con el macho estatuario y aburrido; aunque cuando yo les vi por última vez, en marzo, les mantenían separados, en atención a la tierna edad de la cría recién llegada.

Pensé que la llegada de Brasilia alegraría al macho y lo arrancaría de su inmovilidad. Pero no, seguía como atónito y más pasivo que nunca; incluso dejó de exhibirse sobre aquella roca alta, y permanecía acurrucado en un agujero practicado en la tierra.

Un empleado me dijo: "Es autista". Pero cuando el museo está cerrado, los de mantenimiento "alucinan con él" porque se mueve con alegría por todas partes del Bosque Inundado. Resulta que el ruido y la gente le fastidian muchísimo y cuando hay visitas prefiere comportarse como si no existieran.

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Le deseo tenga con Brasilia un amor sincero y tierno, aunque cautivo, y bendecido con muchas capibaritas.

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