Conquistas laborales
Llevamos un siglo de movimiento obrero merced al que se han ido regulando las leyes laborales, los convenios colectivos, los salarios mínimos, los derechos de indemnización por despido, las horas de jornada laboral, a base de no pocas tensiones, huelgas, lucha. Hay sindicatos que nos protegen colectivamente.
Nos parece natural que defendamos todas estas conquistas que hicimos en el siglo XX mediante el derecho del trabajo. En contraste, sin embargo, y notoriamente más en los últimos años, hay un sector de la sociedad, los propietarios de inmuebles, que tiene mucho más poder sobre la vida de los trabajadores que los propios empresarios.
Tienen la potestad de decidir unilateralmente, sin ninguna regulación ni pudor, con cuánto dinero del salario laboriosamente obtenido por ese trabajador van a quedarse por alquilarle la casa en la que necesariamente éste ha de vivir. La cantidad puede ser incluso superior al salario que el trabajador recibe.
Ante ello, las personas quedamos aisladas. Tal explotación no resulta en general ni siquiera puesta en cuestión colectivamente, pues es la ley del mercado. Este parasitismo no genera riqueza colectiva, ni tiene más fin que el enriquecimiento individual de alguien que así no necesita trabajar para vivir. Redunda, además, en muchas ocasiones, en empobrecimiento colectivo vía ayudas de urgencia para pagar el alquiler que en tiempos de crisis tantas personas están solicitando todos los días en los servicios sociales.
¿Para cuándo una regulación con tinte social del derecho de uso de la vivienda que nos proteja colectivamente.