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Entrevista:EL JEFE DE TODO ESTO | Pedro Sánchez, director de Tratamiento de Correos

Cinco millones de cartas a su cargo

800 personas gestionan en Vallecas los envíos postales de seis provincias

Pedro Sánchez Serrano es abulense de La Adrada, el pueblo que adora y donde vive su madre. Allí tuvo una infancia feliz que concluyó cuando su familia se instaló en Madrid por traslado profesional de su padre, empleado de una fábrica de maderas. "Tenía 11 años y lo pasé fatal", dice ahora. Pero pronto se adaptó. "Mi padre me repetía que debía estudiar; no le hice caso y a los 15 años tuve que ponerme a trabajar: entré como ascensorista en el palacio de Correos, en Cibeles".

Recuerda que para subir al gran reloj que preside el palacio había un ascensor especial hasta la cúspide. Ésa sería la metáfora de su propia carrera profesional: pronto ascendió a auxiliar y, tras el servicio militar, fue destinado a una incipiente oficina postal de la estación de Chamartín, donde al poco fue designado jefe de equipo, para acceder luego hasta la dirección del centro. "Recuerdo que en 2002, cuando se creó en Vallecas este Centro de Tratamiento Automatizado (CTA), me ofrecieron dirigirlo y aquí permanezco", explica. Pedro Sánchez Serrano tiene ahora 55 años, aunque derrocha la energía de un varón de 35. ¿Cuál es el secreto de su actividad? "Mi padre me inculcó los hábitos profesionales que siempre observé: el trabajo y el tesón", dice con fundamento. Han pasado 40 años desde que comenzara a trabajar en el universo postal donde ocupa el más alto rango directivo y prosigue en la misma empresa, Correos, "con igual ilusión que el primer día", admite, mientras irradia entusiasmo y derrocha loas hacia la profesionalidad de su gente.

Los ordenadores clasifican la mayor parte de la correspondencia
Algunos operarios son capaces de destinar 4.200 cartas a la hora
"El tren casi ha dejado de utilizarse para trasladar el correo", asegura
Todo está dispuesto para que una misiva tarde 24 horas en llegar a destino

A las 7.30 de cada mañana llega a su despacho. No son raros los días en que regresa a casa a las nueve o las diez de la noche. "Debo agradecerle su comprensión a mi esposa", reconoce. Tiene dos hijos. "Vivo prácticamente aquí, en este CTA situado en el polígono del Camino de Hormigueras, en la periferia de la Villa de Vallecas", explica Pedro Sánchez, de trato cordial y verbo fluido, con el que transmite cuanto hace, que es, evidentemente, mucho. Tiene claro en su mente el esquema de su cometido y el de sus 800 subordinados, mitad hombres y mitad mujeres. De cada 10 empleados, tres son funcionarios, y el resto, laborales, con un pequeño porcentaje de eventuales. Entre todos, y a lo largo de tres turnos, procesan cada día unos cinco millones de cartas y envíos postales. "Todas las cartas nacidas en Madrid, más las de Castilla-La Mancha, se facian [se colocan de cara] y matasellan en este centro", admite con orgullo, mientras pasea por la planta donde labora su gente, a la que se dirige por su nombre de pila. Llama la atención la forma física que exhibe la mayor parte de las personas que trabajan en esta enorme nave, la desenvoltura de sus movimientos, incluso su forma de caminar, netamente deportiva. Sin embargo, se trata de un trabajo muy informatizado, con máquinas capaces de discriminar una carta en la cual una simple coma confunda la lectura de una dirección. "En tal caso, hay 14 segundos en los cuales la carta sale del torrente, donde navega velozmente en su proceso de clasificación, y cruza ante dispositivos que la releen para averiguar con exactitud su destinatario", explica Sánchez. Un dispositivo óptico las lee y les impone un código de barras. "Si no consigue leerlas, la misiva llega a un operador u operadora que, provistos de una pantalla y de un teclado lateral, la visualizan y la reintegran al flujo postal en unos segundos", explica. "Cuento con un equipo donde hay personas capaces de procesar 4.200 cartas de este tipo a la hora", dice ufano el director de este CTA de 32.000 metros cuadrados de naves dentro de un área de 65.000 que el centro ocupa. La gigantesca planta de procesado de la correspondencia muestra el aspecto de una factoría, bien organizada y en marcha incesante. "Orden y limpieza es el lema que aplico", dice Sánchez. "Hay que tener en cuenta que aquí trabajamos con etiquetas, tintas, incluso -aunque ya sólo para las compañías que operan en los aeropuertos- con sacas postales, que son materiales sucios. La limpieza es decisiva y, además, con estas proporciones de trabajo, el orden resulta imprescindible", subraya. Parece que lo ha conseguido. La planta de producción muestra un aspecto impecable, al igual que la denominada y contigua nave de Logística, que recibe el grueso de la correspondencia. A ella se abren numerosas puertas por donde accede el correo cursado, casi todo por camiones de grande, mediano y pequeño tonelaje. "El tren ha dejado de utilizarse para el transporte postal", asegura. "Antes de informatizarse el correo, la dependencia del tren era desmesurada".

Todo está dispuesto para que una carta tarde apenas 24 horas en llegar a su destino. Cada vez se usa menos la misiva manuscrita; son ahora los bancos, las compañías de seguros y los grandes almacenes los que copan los envíos postales. Pero nada podrá sustituir al testimonio escrito de puño y letra. Por cierto, la letra de Pedro Sánchez es peculiar, de impecable caligrafía: limpia y ordenada, como su lema.

Pedro Sánchez Serrano, en una de las naves del Centro de Tratamiento Automatizado de Vallecas.
Pedro Sánchez Serrano, en una de las naves del Centro de Tratamiento Automatizado de Vallecas.LUIS SEVILLANO

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