El jefe lo controla todo
Rossi se defiende como un jabato de los ataques de Lorenzo y logra su cuarta victoria del año
Con el mundillo motero histérico por el atrevimiento que ha demostrado Jorge Lorenzo al plantearle a Yamaha un pulso de brazo fuerte en torno a su renovación, Valentino Rossi vio en el circuito de Sachsenring el escenario perfecto para justificar los galones que tan merecidamente se ha ganado con el tiempo. Enfrente, Lorenzo se dispuso a jugar sus bazas para demostrar a los gerifaltes de la marca de los diapasones que ya está en condiciones de asumir el timón de una fábrica. La cara de cabreo que le quedó después de la carrera, tanto en el corralito (el parque cerrado donde se recibe a los tres primeros clasificados) como en la sala de prensa, evidenció que los planes no salieron del todo a su gusto. Eso es lo que hace grande a este chaval de 22 años, uno de los pocos que consigue sacarle a Rossi todo lo que lleva dentro, por más que agarre unos rebotes de miedo cada vez que pierde una batalla contra él.
Pedrosa, tercero tras una genial salida, no pudo evitar un nuevo doblete de Yamaha
Bendita irreverencia la de Lorenzo, que ayer se dejó los cuernos en cada frenada y en cada punto de aceleración para tratar de adelantar a su compañero de equipo, quien se defendió de maravilla y así, a base de cerrar huecos, certificó su cuarta victoria de la temporada y su podio número 159 en todas las categorías, igualando el récord que hasta ahora ostentaba Giacomo Agostini. Ante la energética efervescencia del mallorquín, Il Dottore demostró tenerlo todo controlado. Este es el cuarto doblete del curso para Yamaha, una moto que va de perlas y que los pilotos pueden calibrar a su gusto, cada uno con su estilo, para enfrascarse después en la pista en duelos tan trepidantes como el de Alemania.
Colocado en la pole position, Rossi salió como un tiro nada más caer el telón. En uno más de sus arrolladores arranques, Dani Pedrosa (partió octavo) se zampó a siete rivales y se colocó a su rueda. Por detrás circulaba Lorenzo, que ganó empaque con el paso de las vueltas, que cruzó cuarto la primera, que fue de menos a más y que estabilizó su ritmo de giro hasta que pudo echarse al cuello de Pedrosa (novena vuelta) y de Casey Stoner (en la 18). Durante un buen rato, Lorenzo y Rossi rodaron enfilados, formando una serpiente de un solo cuerpo a la salida de cada curva, cuando ambos recogían sus motos tumbadas a un palmo del suelo y las levantaban con la muñeca derecha, la del acelerador, enroscada al máximo. Y así, igual que ocurrió en el Gran Premio de Cataluña, los principales favoritos al título llegaron juntitos a las últimas vueltas, el abismo de los valientes.
Con Stoner deshecho y deambulando por la pista -Pedrosa le birló el podio a falta de cinco giros-, la pelea de los dos gallitos de Yamaha iba más allá de los cinco puntos de diferencia que hay entre el que termina el primero y el que lo hace el segundo. Era un desafío del piloto que se ha atrevido a cuestionar la autoridad del mejor motociclista de la historia y de hacerlo, además, en su propia casa.
Protegido detrás del 46, Lorenzo asumió el mando a falta de seis vueltas, en una maniobra en la que trincó los frenos un santiamén más tarde al abordar la primera curva del trazado, una de las frenadas más abruptas. Rossi aguantó detrás, como su sombra, hasta que volvió a la carga y le abordó, de la misma forma y en el mismo punto en que lo había hecho él, al inicio del penúltimo giro. Consciente de las ganas que tiene de sobarle el morro su jovencito compañero, Il Dottore se pasó una vuelta y media cerrando puertas, espacios, negándole a su rival el interior y mandándole al exterior. Allí es donde los motociclistas tiritan, donde se sienten más vulnerables y, en definitiva, donde Lorenzo se muere de ganas de enviar cuanto antes al piloto que, a su entender, le impide asumir la batuta de Yamaha. Así es Lorenzo.
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