Tarragona, al rescate de Gaudí
El Consistorio impulsa una comisión para recuperar el extenso patrimonio modernista de la ciudad, de 70 edificios, 'sepultado' por el legado romano
El modernismo en Tarragona yace en forma de cascotes alrededor de una acera. "¿Esta casa se viene abajo?", comenta Sophie, turista recién llegada de Toulouse. No se viene abajo la casa Salas, construida en 1907 y dominada por pináculos floridos junto a onduladas barandas de hierro. Décadas de olvido han dejado un puntal del modernismo convertido en viejo palomar. "Da lástima, el edificio es una joya pero plagada de pájaros. Llevamos mucho tiempo ignorando el capital modernista de Tarragona", explica Rosa Rossell, concejal de Patrimonio del Ayuntamiento y presidenta de la Comisión del Modernismo que el Consistorio constituyó la semana pasada.
Incluso Gaudí, que dejó en Tarragona su única obra en la provincia, se mueve en el olvido. El altar mayor de la capilla de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, esculpido en mármol y ubicado en una iglesia escondida tras un vulgar portalón, es la gran desconocida de entre las obras del maestro reusense. Las monjas de Jesús María lo encargaron alrededor de 1878 a un joven estudiante próximo a graduarse en arquitectura. El primerizo Gaudí sacó tiempo de sus estudios para representar en mármol una serie de bustos angélicos enmarcados por las típicas columnas gaudinianas. También dejó otros trabajos en la misma iglesia, un ostensorio y una serie de bancadas que fueron destruidos por la Guerra Civil en 1936. A cambio, el joven solicitó a las monjas que admitieran en manutención a su sobrina, con quien le unía un gran afecto.
El genio de Reus hizo el altar mayor de Nuestra Señora del Sagrado Corazón
Los inmuebles se camuflan en iglesias, viviendas y escuelas de acceso privado
Muy pocos en Cataluña conocen estos primeros pasos del futuro gran arquitecto. La alargada sombra de Roma ha eclipsado también las cerca de 70 obras documentadas que salpican de motivos florales la parte vieja de la ciudad. "El legado romano ha pasado por encima del legado modernista. Tampoco el Ayuntamiento le había dedicado esfuerzos, al contrario de lo que ha hecho Reus. Y eso que aquí tenemos un trabajo de Gaudí y ellos no", lamenta Rossell.
Los objetivos de la comisión son ambiciosos: promover una ruta modernista y restaurar las obras que, como la casa Salas, sobreviven entre indiferencia y polvo. La parte más compleja es convencer a los propietarios de los inmuebles para rehabilitar las casas que habitan o tienen alquiladas. "Destinaremos fondos públicos para resolver esta asignatura pendiente", confía Rossell.
"En Tarragona hay más obras y la calidad casi iguala al modernismo de Reus", confirma el arquitecto Josep Maria Buqueras. "Si el modernismo de allá es un 8 sobre 10, el de aquí bien sería un 7,5", dice. Y eso que el principal muñidor del proyecto y vicepresidente de la comisión es un reusense afincado en Tarragona. Pese a sus raíces, su obsesión es colocar el modernismo de la ciudad en primera fila internacional. Hay potencial porque Tarragona combina un modernismo ecléctico en el que se mezclan desde los inventos previos hasta sus últimas variaciones. "El problema es que los edificios de valor están prácticamente vetados al público", señala Buqueras, un aspecto que la comisión deberá trabajar también.
El modernismo se ha integrado con exceso en la ciudad de modo que se camufla en viviendas, iglesias y escuelas. Para disfrutarlo uno debe acceder a las aulas de incógnito, colarse en las misas o entrar en pisos privados alegando una excusa convincente. "Pujol de Barberà, Jujol, Morera", cita Buqueras a sus arquitectos predilectos, "¡todavía están todos por descubrir!".
Hay una espina clavada que impulsa a la comisión. Corría 1976 y al pie de la Rambla Nova el edificio conocido como la Pedrera de Tarragona besó el suelo hasta quedar en ruinas. "Era único y lo derribó una promotora para construir un edificio de despachos", dice Rossell. "Nuestra labor es que aquello no pueda repetirse jamás".
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