Madonna: reinventar para no devorarse
La reina del pop actúa mañana en Barcelona con su espectáculo más ambicioso, 'Sticky Sweet Tour', pero del que aún quedan entradas a la venta
La música pop ha quedado huérfana de padre con el adiós de Michael Jackson, pero mantiene una madre y reina indiscutible: Madonna. La cantante, bailarina y productora de Michigan es consciente de su papel en la realeza musical y homenajea a Jackson, como se pudo ver en el arranque de su nueva gira Sticky & Sweet Tour en Londres el pasado 4 de julio, donde interpretó Billie Jean y Wanna Be Starting Something. Las trayectorias de ambos muestran un punto común: cada concierto es un espectáculo para guardar en la retina. En este contexto de catarsis del pop de gran consumo la tentación rubia traerá mañana a Barcelona su gira más larga y espectacular.
A pesar del impresionante despliegue que ha podido verse ya en Manchester, París y Milán, aún quedan hoy entradas para el concierto en el estadio olímpico Lluís Companys. Una posible explicación recae en el hecho de que las entradas están entre los 65 y 95 euros, bastante lejos de los 30 euros a los que salía la entrada más barata para U2 en Barcelona hace apenas unas semanas. Dos días después actuará en Madrid y el día 25, en Zaragoza.
La 'troupe' consta de 220 personas, amén de 18 bailarines en escena y 20 músicos
La primera vez que la oxigenada norteamericana estuvo en la capital catalana fue en 1990 cuando, en el mismo escenario, presentó el disco que quizás la encumbró en el santuario pop, Like a Prayer. Ahora la gira es por su disco (a decir de algunos críticos, el más flojo de los editados en los últimos años) Hard Candy. En cualquier caso, como ejemplifica el single 4 Minutes en el que participa Justin Timberlake, Hard Candy reconfirma la apuesta de la cantante y compositora por surfear sobre la ola del pop actual, con tintes r&b.
El espectáculo tiene el componente audiovisual como gran protagonista y conductor ya que varios vídeos -que se podrán ver en las pantallas gigantes- van separando los bloques del show, como si fueran interludios clásicos. La lista de canciones que ha venido presentando estos días desvela que la artista echa mano de todos sus éxitos y también de temas de su último trabajo: Everybody, Vogue, Music, Like a Prayer, Miles Away y La Isla Bonita parecen fijos.
Como en su histórica canción Secret, Madonna aplica la máxima de que "la felicidad está en tu mano" y no permite que el gran personaje que ella encarna la acabe devorando. Si bien en sus orígenes, allá en la desmadrada e increíble década de 1980, había quien le auguraba poco futuro (por sus amoríos o por su eventual inconsistencia musical) hoy es innegable que Madonna es un icono vivo de la música popular moderna. También es un ejemplo de superación. El método vital de la cantante es el de la metamorfosis, el de la reinvención. Madonna fue consciente de que para ser la mejor debía estar dispuesta a mejorar, a resucitarse. Y lo hizo. No es camaleónica, es múltiple.
La gira Sticky & Sweet Tour ha sido accidentada: el pasado jueves el techo de parte del escenario donde Madonna iba a actuar en el estadio Velodrôme de Marsella se vino abajo y segó la vida a dos personas y dejó cinco heridos graves. Madonna dijo sentirse muy afectada. De hecho, el día siguiente del accidente, en plena actuación en Udine, la cantante lamentó e incluso lloró la pérdida de los dos trabajadores. "No soporto estar relacionada con el sufrimiento de nadie", confesó entre sollozos. Madona tiene una relación intensa con su entorno y hay quien dice que su espíritu maternal va más allá de su interés en adoptar niños. La troupe de la cantante consta de un equipo de 220 personas, amén de 18 bailarines que la acompañan en escena y 20 músicos. El vestuario es muy potente: en alguna gala ha llegado a hacer 10 cambios de atuendo.
Y es que siempre los números sonríen a Madonna: la revista Forbes la sitúa en el primer lugar de los músicos que más han cobrado el último año: 85 millones de euros. Barcelona ayudará.
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