El pez negro

Reconforta pensar que existen personas capaces de dar un impulso a nuestras poblaciones, modernizando y mejorando los servicios que en ellas se prestan, hasta llegar a alcanzar el punto de calidad que se supone atraerá de forma indubitada a los propios y los extraños, a las gentes del lugar y a los forasteros que nos vistan, y que pretenden encontrar fuera de su espacio habitual otros que les satisfagan.

En La Nucia, en el restaurante El Xato, nos asombran con 41 vodkas en sus bien abastecidos estantes de licores, y multitud de ginebras, y whiskys de las tierras altas y bajas de Escocia, además de otros productos, casi exóticos por inhabituales en estos tiempos, como los puros habanos, de los que se jactan ser promotores además de pioneros de sus últimos modelos.

Estos complementos son indispensables en cualquier restaurante que se precie, aunque la parte del león en cuanto a los méritos que deben distinguirlo pasa por los platos que nos ofrecen y su elaboración. También en este punto el local que comentamos goza de amplio prestigio, pues intenta combinar la cocina tradicional con incursiones en los terrenos de la creación, si no de forma radical, sí interesada.

Como prueba están los minxos, especialidad local, que consiste en una torta rellena de salchichas y cebolla o de butifarra con acelgas, que son gustosos en extremo debido quizás a un punto de abundancia en el aceite que los fríe. Y como especialidad, el llamado pez negro, que solo se deja capturar en las vecinas costas y durante cortas temporadas, que aquí se acompaña de pimientos y galanga, especie sustitutoria durante siglos del escaso jengibre -al que imita rebajando un punto su fortaleza y picor- y que no termina de potenciar al hermoso pescado.