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Reportaje:cine

Carne de 'remake'

Toni García

Del director y guionista John Milius se cuenta que cuando la Guardia Civil se presentó a detener el rodaje de Conan el Bárbaro la noche del 23 de febrero de 1982 (la película se estaba rodando a medio camino entre Navacerrada y Cuenca) y le explicaron que todo aquel despliegue de señores con tricornios se debía a un golpe de Estado, a éste no se le ocurrió otra cosa que pedir una botella de champán. Para Milius, a quien Reagan y Thatcher le parecían poco menos que comunistas, todo eran palos, quizás porque los críticos le odiaban como al mismísimo Belcebú: que si Conan el Bárbaro era apología del fascismo, que si Amanecer rojo (donde un grupo de adolescentes empezaba una guerra de guerrillas contra un ejercito de rusos y cubanos que habían invadido los Estados Unidos) era un esperpento sin paliativos y que si su guión para Apocalypse Now era en su primera versión una delirante visión de la guerra de Vietnam, donde los estadounidenses salvaban a la civilización occidental. A tal punto llegó la presión que el realizador de St. Louis cortó amarras con Hollywood y se dedicó a otras tareas, como escribir la magnífica serie de televisión Roma, para HBO.

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Pero he aquí que la crisis, la falta de materia gris en Hollywood y el empuje de las nuevas audiencias siempre en pos de un estímulo distinto, le han dado la vuelta a la tortilla: los remakes de Conan y Amanecer rojo están ya en marcha y Milius, a sus 65 años, espera la llegada de los royalties (en forma de dólares) y tiene graves problemas para aguantarse la risa.

Ya no se trata sólo de que en la meca del cine se hayan obsesionado con fotocopiar todo lo fotocopiable (incluso lo de aquellos que en su momento, como Milius, eran considerados apestados), sino que para que no pese sobre sus conciencias han conseguido crear un nuevo género que va más allá del remake: el reboot. ¿Qué es un reboot? Simplemente un proyecto que consiste en coger una película ya existente, rehacerla e iniciar así un nuevo ciclo creativo (es un decir). Ejemplo: Casino Royale. ¿Cuál es a primera vista la diferencia entre esto y el remake de toda la vida? Chi lo sa?

La temporada 2009/2010 viene, pues, cargada de reboots: Predators, versión de Depredador del antaño magnífico realizador John McTiernan; Tr2n, secuela/reboot/remake de gran presupuesto de aquel maravilloso filme cibernético llamado Tron; Pesadilla en Elm Street, con un Freddy Krueger mucho más fashion, porque a los chavales lo del jersey a rayas y el sombrero les parece antiguo; Fama, que trae de vuelta a los chicos de "hay que empezar a sudar" y demás; Hellraiser, que pretende convertir a los cenobitas (que vienen del infierno y gustan de torturar en cantidades industriales) en unos tipos rentables en la taquilla; por no mencionar un nuevo Poltergeist, que pretende resucitar la franquicia, o la innombrable Piraña 3D, que resultaría risible si no fuera porque la dirige Alexandre Aja, un francés con talento y un currículum apreciable.

Naturalmente el reboot no ha matado al remake, el de toda la vida, y la lista de películas listas para ser revisadas en 2010 adquiere dimensiones circenses. Por nombrar algunas: Los siete samuráis, Cortocircuito, Karate Kid, Los pájaros, Posesión infernal, Footlose, Los 39 Escalones, My Fair Lady o El increíble hombre menguante... con Eddie Murphy.

Incluso, benditos estadounidenses, van a atreverse con la excelente película sueca Déjame entrar, en una versión que va a dirigir Matt Reeves (Cloverfield) y que está levantando polvareda entre la atónita comunidad cinéfila al otro lado del Atlántico. Mientras tanto, John Milius (que fue el que inventó aquella frase de Harry el Sucio que decía "vamos, alégrame el día") sigue riéndose.

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