Libro Negro

Narrativa. Un diario personal de la violencia ajena es lo que ha pergeñado el guatemalteco Rey Rosa en su nuevo libro. Alejado por una vez del minimalismo carveriano que lo consagró como uno de los mejores autores de relatos de la narrativa hispánica contemporánea, Rey Rosa ha compuesto ahora un alegato contra la violencia que viene asolando su país, contra las cínicas y devastadoras campañas de limpieza social que ejecutan a centenares de indígenas con la callada complicidad del Estado. Disfrazado de narrador, relata el autor las sórdidas horas invertidas en kafkianos y laberínticos archivos de la policía, entre fichas mugrientas y olor a orines, entre estadísticas de muertes anónimas que lo avergüenzan y cuadernos, expedientes y diarios en los que ha ido anotando la perseverancia el nombre de los caídos por la Patria absurda. Con guiños irónicos a Truman Capote (que también rastreó criminales como un sabueso en A sangre fría), a Ondaatje o a Voltaire, Rey Rosa endulza como puede un libro negro como la tumba de los caídos, con la sordidez de una parábola kafkiana y la meticulosidad de la memoria triste de Primo Levi. Códigos, claves, sellos, listados y fichas sobrecogedoras de presos políticos que fueron víctimas de la máquina de la represión del Estado, del inhumano material humano que comparte Rey Rosa, heterónimo aquí de Joseph K., autor y narrador a un tiempo, con un lector desconcertado aún por el género ambiguo del libro, que dice ser ficción pero pretende no serlo, que bebe de estremecedores archivos históricos que paradójicamente, señala el narrador, "habían comenzado a parecerme novelescos". El material humano, como la obra entera del autor de Cárcel de árboles, no necesita de retórica alguna, ni de frases más largas que una línea para emocionar al lector: le basta la verdad honesta de la que parte.