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Entrevista:

"Tuve que venir para saber que esto no es España a secas"

Conferencia del antropólogo luso António Medeiros en Santiago

A finales de los 90, el antropólogo luso António Medeiros llegó a Galicia sin una idea nítida de qué podría ser lo gallego y las particularidades del país. Tras casi dos años repartidos entre São Paio de Antas, Castelo do Neiva -en el Minho- y Galicia -vivía en Santiago pero llegó a O Courel- salió Dois lados de um rio. Nacionalismo e etnografias na Galiza e em Portugal (Imprensa de Ciências Sociais, 2006), una de las escasas aproximaciones, con las armas de la antropología social, al proceso de construcción y difusión de tres culturas nacionales diferenciadas en los dos Estados ibéricos.

"Cuando se habla de regionalismo en el Miño, los versos de João Verde [A Galiza mais o Minho são como dois namorados..., en el Jardim dos Poetas de Melgaço] suelen ser la única expresión nítida cuando se encuentran intelectuales y políticos de ambos lados", escribe Medeiros, que ayer habló en Repensarmos Europa á luz da diferenza, un curso de verano de la Universidade de Santiago. "Más prosaicamente", dice, "en el Miño no hubo reivindicaciones regionalistas efectivas, y en Galicia sí". De otra manera, recuerda que compró A esmorga en Allariz y allí se encontró "el idioma de la infancia levemente modificado". En la literatura portuguesa, dice, "no funcionan" los arcaísmos ni las expresiones ruralizantes.

El norte de Portugal sigue siendo muy parecido a Galicia, más allá de ritos agrícolas y funerarios, pero Medeiros reconoce que "fue preciso venir para saber que esto no es España a secas". "Cualquier portugués con estudios de secundaria reconoce el cancionero medieval y sabe que el Miño es el origen, pero todavía antes existió el Reino de Galicia". En el Miño y Trás-os-Montes siguen diciendo que van a España cuando viajan a Galicia, pero en el Sur de Portugal todavía llaman galegos a los portugueses del norte, donde a su vez aún se dice arregalego. Pese al "éxito" de las intervenciones nacionalizadoras de España y Portugal, la distancia entre los tópicos sigue siendo la misma, aunque no haya tren rápido a Porto: "Hay un conocimiento poco efectivo sobre el tránsito de persoas y trabajadores entre Galicia y Portugal, incluso de intereses económicos". Medeiros presenció en Galicia manifestaciones, debates sobre reintegracionismo, ejercicios de galleguismo institucional y hasta cómo un grupo minoritario desenfundaba la Espada Atlântica -Galicia y Portugal como única Iberia libre de África-.

Hace tiempo que no viene y desconoce las posiciones de la actual Xunta a respecto, por ejemplo, de la lengua. Pero es optimista: "Otero decía que el gallego tiene que servir para hablar del mundo, y eso ya ha sucedido".

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