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Reportaje:

El milagro no llega a tiempo

Fallece en Gabón Germán Bustillo, el vasco enfermo de cáncer que solicitó ayuda al Gobierno para su repatriación

"Estaba esperando a que llegase alguien de la familia para morirse". La voz de Victoria Bustillo se entrecorta, no puede reprimir las lágrimas. Acaba de perder a su padre y no se ha podido despedir de él. Más de 5.000 kilómetros les distanciaban. Desde 1989, Germán Bustillo, de 57 años, vivía en Gabón (África). Había ido allí para ganarse la vida. Bustillo, con un cáncer de vejiga que ya se había extendido hasta los pulmones, quería volver a Santurtzi (País Vasco), a su casa, para morir. A las dos de la madrugada del miércoles fallecía. Justo media hora antes, Jorge, uno de sus hijos llegaba a Gabón.

El reloj siempre ha jugado en contra de los familiares de Bustillo. Hace casi diez días se enteraban del delicado estado de salud de su padre. Entonces, los médicos que le trataban les dijeron que como mucho tenían una semana para trasladarlo a España. El problema era el coste de la repatriación. Un avión medicalizado puede llegar a costar 100.000 euros y un viaje de estas características en una línea comercial, unos 30.000. "Una camilla ocupa ocho asientos de clase business, a los que habría que sumar los del médico y la enfermera que tendrían que viajar con él", señala Juan Vicens, de la ONG Manos por el Mundo y una de las personas que estos días ha ofrecido su ayuda a los familiares de Bustillo.

"Tras jubilarse, iba a vender todo para volver a Santurtzi", relata su hijo Jorge

Entonces comenzó el periplo de Victoria y sus hermanos por las distintas Administraciones en busca de ayuda. Sólo consiguieron arrancar 2.000 euros al Gobierno vasco y otros 2.000 al Ejecutivo central, para medicamentos. "Nos dijeron que no podían hacer nada más", relata Victoria en conversación telefónica. Consiguió reunir 14.000 euros gracias a la ayuda y solidaridad de varios contribuyentes anónimos. Aun así era insuficiente.

Antes de instalarse en Gabón, Bustillo había trabajado en Guinea Ecuatorial. Al igual que su padre fue a probar suerte a África. Empezó sirviendo al Gobierno como mecánico forestal hasta que pudo establecerse por su cuenta y abrir su propia empresa. La misma que tuvo que vender para costear los gastos del tratamiento. "Unos 11.000 euros en pruebas, medicamentos y clínicas", asegura Jorge desde Gabón. Ahora está a la espera de que le digan cuánto puede costar la repatriación del féretro de su padre. "Probablemente tampoco podamos pagarlo. Al final tendremos que incinerarlo y traer sus cenizas hasta España", asegura, entre lágrimas, Victoria.

Mientras Jorge arregla los problemas de papeleo, la familia espera despedir a su padre en Santurtzi, su pueblo, como se merece. Hacía cinco años que no le veían. "Él quería morir en su casa. Eran sus planes. Tras jubilarse, iba a vender todo lo que tenía para volver, para estar con su familia, con su hijo de 9 años", asegura Victoria. A Bustillo sólo le faltaban tres años para la jubilación.

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