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Benidorm capea la crisis con una caída de la rentabilidad del 20%

Los hoteles sólo han vendido el 40% de su ocupación para el mes de agosto

Miquel Alberola

Benidorm afronta un verano "excepcionalmente incierto". El diagnóstico es de Antoni Mayor, presidente de la patronal hotelera Hosbec. Los hoteles de la capital turística de la Comunidad Valenciana miden su resistencia contra una profunda crisis económica que ha contraído las expectativas. Junio cerró con una ocupación media del 82,79%. Alta, pero un 3,24% menos que en 2008. Y la previsión para la primera quincena de julio se sitúa en el 74%, un 10% inferior a la de hace un año.

"Queda mucho por vender", expone Mayor, que anticipa que para agosto sólo se ha vendido el 40%. "Pero al final, se arregla", tranquiliza. En ese sentido, apunta que las previsiones para la primera quincena de julio "se han ido arreglando" y que las cifras "no serán catastróficas", aunque habrá un descenso entre el 6% y el 8% respecto al año anterior. Mayor confía en la fortaleza de la marca y en la fidelidad del turista para amortiguar el golpe.

Pero la inquietud planea. La llegada de turistas extranjeros a la Comunidad Valenciana, en datos de mayo, ha descendido un 19% y sus pernoctaciones se han reducido un 14% en un año. El principal contingente de turistas que llega a Benidorm es extranjero. Y sobre todo, británico. Además de la crisis, la depreciación de la libra esterlina ha reajustado a la baja al turista del Reino Unido. Mayor admite el problema de la bajada británica. "Ha venido un 22% menos que el año pasado, pero en julio ya se está recuperando y sólo será un 10% menos que el año pasado", desdramatiza.

Para compensar esa caída, el Patronato de Turismo Costa Blanca, en colaboración con Hosbec, ha puesto en marcha diversas campañas para captar turistas españoles. De momento, respecto a mayo de 2008, las pernoctaciones de los visitantes nacionales han aumentado un 1,38%, aunque los británicos gastan el triple. Su directora, Gema Amor, pondera las ventajas de Benidorm frente a otros destinos, como la corta distancia, la calidad y la diversidad de su oferta (playa, parques temáticos e interior). Amor asegura que se están produciendo reservas de última hora y disipa amenazas: "Pese a la crisis, la gente no perdona las vacaciones, aunque reduzca su estancia".

El sociólogo José Miguel Iribas, especialista en diagnóstico turístico, considera que Benidorm, a diferencia de otros destinos, tiene recursos para evitar la catástrofe. "Es un año malo para el turismo, pero para Benidorm es menos malo", mantiene. Desde su punto de vista, es un producto muy consolidado que "ha sobrevivido a crisis más graves", como la del Yom Kippur en 1973, con la vertiginosa subida del precio del petróleo, o la que provocó la escasez de agua entre los años 1977 y 1979. Destaca, además, que se trata de una hotelería desestacionalizada sin competencia en invierno.

Para Iribas, el problema que tiene hoy Benidorm se soluciona bajando precios. "La tecnología y la gestión industrial han permitido que los hoteles tengan recursos para ofrecer buenos precios". Pero el problema es la rentabilidad. Según los cálculos de Mayor, los hoteles de Benidorm cerrarán 2009 con una caída de la rentabilidad entre el 15 y el 20%. "Tenemos buena ocupación, pero a costa de ofertas y rebajas", explica. Aunque no todos los hoteles han rebajado sus precios en esos porcentajes. Según revela Mayor, "algunos están al 95% de ocupación y no han tenido ni que hacer ofertas, mientras que otros han reducido precios hasta el 25%".

Pero a diferencia la planta hotelera, más estructurada y racionalizada para adaptarse al mercado, los que están sufriendo el mayor impacto de la caída del turismo son comercios, restaurantes y el sector del ocio. El presidente de la Asociación Independiente de Comerciantes de Benidorm (AICO), Rafael Gasent, reconoce que el comercio se está llevando la peor parte. En la campaña de rebajas, con precios al 50%, "no se está vendiendo prácticamente nada". "Hay gente en Benidorm, pero no tiene dinero", lamenta. El año pasado ingresaron un 13% menos que el anterior. Y calculan que en éste, la caída llegará al 30%. Además, critica, sufren la "competencia desleal" de los hoteles con el todo incluido. "Es legal, pero no es ético", deplora, y añade: "Si los hoteles lo dan todo, la gente no gasta fuera". Para ellos, lo peor está por venir. "A partir de octubre será muy duro", vaticina.

La playa de Levante de Benidorm hace dos semanas.
La playa de Levante de Benidorm hace dos semanas.ROSA FUSTER

¿Cambio de modelo?

Los números rojos del turismo siempre traen de la mano el debate sobre la crisis del modelo de sol y playa. Es una tradición que se remonta a 1973. El presidente de Hosbec, Antoni Mayor, sonríe: "La gente viene por el clima, el sol y el mar", contrapone. "Lo que hay que hacer es, teniendo eso, trabajar, esforzarse, ser imaginativo", sugiere. Desde su punto de vista, la fórmula es "darle al turista más de lo que espera", algo que sólo es posible mediante la reinversión permanente en las instalaciones hoteleras, en las infraestructuras.

El sociólogo José Miguel Iribas defiende que el de sol y playa es el único modelo que funciona. Según expone, todo el sistema de playas de España supone un tercio de las pistas de Candanchú, y "es gratuito, accesible, democrático y no necesita grandes equipamientos para atraer a la gente". "Las alternativas a las playas son hipercaras y superaburridas", añade, "sin acumulación suficiente para generar negocio turístico".

Con todo, Mayor reconoce que las crisis son buenas para reflexionar. Y una de las reflexiones que hace es que el turismo ha salido dañado con la invasión de hormigón que se ha producido en la costa. "No lo que hemos hecho en Benidorm, donde hemos apostado por la verticalidad, sino lo que se ha hecho en nuestra comarca: estamos rodeados de bungalows", dice. "Hemos sufrido ese daño sin haber obtenido ningún beneficio de ello", se desmarca.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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