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Reportaje:SIN COCHE | El Álamo

Esperando la rueda de la fortuna

El pueblo acaricia la idea de instalar un casino que revitalice la zona

Cuando se entra con el autobús, lo primero que se encuentra son varias rotondas con palmeras. Como las que hay en los pueblos de costa. Pero El Álamo, a 37 kilómetros al suroeste de Madrid (8.540 habitantes), no tiene mar, ni turistas, ni apenas parroquianos paseando por las calles en la calurosa mañana de julio.

"Estamos muy cerca de la capital y bien comunicados [se accede desde la R5 y la A42], pero seguimos manteniendo una vida de pueblo", dice su alcalde, Jesús Arribas (PP). Las casas de la localidad, de tan sólo 22 kilómetros cuadrados, no superan los tres pisos. Tanto los chalés de las afueras, junto a las rotondas con palmeras, como las casitas blancas del centro que rodean a la plaza de la Constitución, donde está el Ayuntamiento. "Aquí es donde antes estaba el ganado", cuenta apoyado en la ventana de su bar Enrique Benito, que ha vivido sus 59 años en la misma casa de esa plaza donde hace 30 años su padre abrió el mesón que ahora regenta él. "Esto está desconocido, antes era un pueblo de agricultores. El agua, que venía de Casarrubias, bajaba por las calles hasta detrás de la ermita, donde estaba el lavadero...". Va de una fecha a otra, como memoria viva de El Álamo.

Al otro lado de la barra, El Terrible, un extremeño de 93 años, también tira de carrete para contar su historia. Una vida entera haciendo reír en los ruedos como torero cómico que acabó hace 24 años cuando se instaló en El Álamo. "Aquí estoy tranquilo, vivo muy bien", dice El Terrible, al que todos en el bar llaman maestro. El Terrible, un hombre menudo y lleno de medallas de oro, lo mismo canta un pasodoble a su Mérida "la romana", que te enseña fotos con Espartaco y otros toreros o te cuenta cuando actuó con Cantinflas. "Todo verdad", avisa a cada frase. "Yo no miento, que es pecado mortal".

Mientras los parroquianos hablan del pasado y arreglan el presente a su modo, en la plaza de toros, donde este fin de semana se ha celebrado una feria flamenca, el alcalde mira sólo al futuro. Jesús Arribas cuenta que, al poco de llegar a la alcaldía en 2007, un empresario japonés le habló de la idea del casino. "No he vuelto a saber de él", confiesa, "pero el proyecto es perfecto para el pueblo". Con una deuda de 18 millones, el Ayuntamiento ha ido dejando en manos privadas los servicios: la recogida de basuras, la limpieza viaria, el segundo colegio público... Se ha abierto un complejo deportivo, también mediante una concesión, y la idea del alcalde es convertir los bajos de la plaza de toros en un lugar de ocio con tiendas, junto con un centro comercial de 2.000 metros cuadrados. Y la joya de la corona: "Montar un complejo turístico con casino, que aproveche el futuro aeropuerto de El Álamo-Navalcarnero".

El regidor quiere "separar el crecimiento de la localidad del urbanismo, no depender de él". El Álamo ha vivido muchos años de la construcción, y ahora la actividad económica se basa principalmente en el pequeño comercio. La mayoría de la población trabaja en Madrid o Móstoles. Silke Esteban, por ejemplo, tardó ocho meses en encontrar un empleo. "Vine en agosto pasado porque me quería independizar y esto era lo más barato de la zona", comenta la veinteañera. "Me gustan los pueblos tranquilos, aunque éste es demasiado...". La oferta de ocio es más bien escasa, por lo que la mayoría de la población se desplaza al cercano Xanadú en el tiempo libre. Sólo eventos como la I Feria Flamenca, un espectáculo de acrobacias de motos que se celebra el 7 de agosto, o la Feria Medieval de mayo, animan la vida en El Álamo.

Apuntes de viaje

- A 39 kilómetros al suroeste de Madrid. Se llega con la línea 539 de autobús, que sale cada hora desde Príncipe Pío y tarda 60 minutos.

- Tiene 8.540 habitantes, cifra que el Ayuntamiento quiere duplicar. El 18% es población inmigrante, sobre todo de Marruecos.

- Ocupa 22 kilómetros cuadrados y depende judicialmente de Navalcarnero.

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