Peirsol deslumbra por encima de Phelps
El estadounidense revienta, sin bañador 'mágico', el récord mundial de 100 espalda de Wildeboer
Michael Phelps cumplió y Aaron Peirsol deslumbró. La segunda jornada de los Campeonatos de Estados Unidos de natación no sólo subió el nivel de calidad y expectación por el regreso más serio de la gran estrella, sino por la enorme demostración de calidad del mejor espaldista de la última época. Phelps ganó sin despeinarse las dos pruebas que ya dominaba, los 200 metros libre y los 200 mariposa, con los mejores tiempos de la temporada, pero Peirsol no esperó a tomarse ninguna revancha en los próximos Mundiales de Roma. Como un depredador herido al que le han quitado la presa, recuperó su récord mundial de los 100 espalda con un tiempo de 51,94s, nadando unos segundos 50 metros para el recuerdo. La canadiense Amanda Reason, de 15 años, también batió el récord de los 50 braza (30,23s), ocho centésimas por debajo del registro de la la australiana Jade Edmistone en 2006.
El orgullo de multicampeón olímpico y mundial no podía permitirle a Peirsol estar ni un minuto más sin la plusmarca que le quitó Aschwin Wildeboer el pasado día 1 en Pescara (Italia). Y lo hizo de forma brutal, mejorando con creces los 52,38s del español, que le habrían valido el oro en los Juegos de Pekín. Peirsol dio un auténtico zarpazo y se convirtió en el primer nadador de la historia que baja de los 52s. Su nuevo récord, una mejoría de casi medio segundo, 0,44s, es asombroso para una distancia corta. Excepcional.
Ni siquiera pasó en cabeza el primer largo. Viró en cabeza otro especialista, Matthew Grevers. Sus 25,33s fueron un tiempo intermedio que ya iba 0,21s por debajo del récord mundial. Pero había que mantenerlo.... O aumentarlo. Uno no iba a poder y otro sí. Peirsol tocó la pared a sólo dos centésimas, pero salió del viraje como un obús. A los 60 metros estaba claramente destacado e hizo un segundo largo en 26,59s frente a los 27,78s de Grevers, que mantuvo a duras penas la segunda plaza para Roma. Nicholas Thomas se le acercó a sólo una centésima.
Peirsol ganó por un mundo, 1,17s. Otra carrera. Y un detalle fundamental. Fue el único nadador de esa final y de las disputadas que sólo usó pantalones largos, no traje completo. "Probé uno por la mañana, pero no son para mí. Estoy más gusto sin ellos". Toda una bofetada para el polémico desfile de los últimos bañadores mágicos en circulación.
Phelps, en cambio, ganó los 200 libres con 1m 44,23s, muy lejos de su momento dorado en Pekín. En la prueba de mariposa (1m 52,76s) acabó a casi un segundo de sus 1m 52,03s olímpicos y mundiales. Incluso le acosó la nueva estrella en alza, Tyler Clary, 1m 53,64s. Y su gesto de desaprobación fue evidente, aunque se conformó con los tiempos. "Me tomé seis meses de descanso tras Pekín y no fue la decisión más inteligente", se justificó.
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