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Cumbre en Moscú

Obama invita al Kremlin a construir un nuevo orden

El mandatario busca reparar el daño al orgullo ruso

Antonio Caño

Aunque la Nueva Escuela Económica es una universidad mucho más liberal y moderna que la de El Cairo, Barack Obama también escogió ayer en Moscú un contexto académico para enviar el mensaje de que "Estados Unidos quiere una Rusia fuerte, pacífica y próspera", en el marco de una nueva relación en la que ambos países no compitan por ideología o zonas de influencia, sino que cooperen en los múltiples intereses que los unen.

El discurso del presidente estadounidense en el prestigioso centro fundado en los albores del poscomunismo con financiación y profesores de EE UU, resumió los objetivos de este primer viaje de Obama a Rusia: poner fin a las tensiones de los últimos años y devolver a este país el estatus de socio imprescindible en la construcción de un mundo más estable.

Asegura que "EE UU quiere una Rusia fuerte, pacífica y próspera"
Más información
Ginebra, 1985
Viena, 1961
Liubliana, 2001
Moscú, 1972
El presidente de EE UU ve en Putin a un hombre de futuro

Obama aceptó que EE UU no es capaz de hacer frente por sí solo a los enormes desafíos, como la pobreza o la proliferación nuclear, que hoy se presentan. "Esos retos", señaló, "exigen una alianza global, y esa alianza será más fuerte si Rusia ocupa el lugar que le corresponde como gran potencia". Rusia, afirmó el presidente de Estados Unidos, tendrá que cumplir con ese papel de acuerdo con sus propios criterios. "No me corresponde a mí definir los intereses nacionales rusos", dijo. Pero recordó que existen valores universales, como los de la democracia y los derechos humanos, que todos deberían respetar, y amenazas, como las que representan el terrorismo internacional, Irán o Corea del Norte, de las que nadie puede desentenderse.

Obama hizo mención a esas exigencias con humildad -"Estados Unidos no es en absoluto perfecto"- y sin ánimo de intromisión en los asuntos internos rusos. "No intentamos", afirmó, "imponer a nadie ningún sistema de gobierno ni pretendemos escoger qué partidos o individuos deben dirigir otros países".

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El discurso tenía, obviamente, el propósito de regalar el oído de los ciudadanos rusos, restañar las heridas causadas en el pasado a su orgullo nacional y superar los prejuicios generados por décadas de enfrentamiento. Obama aludió a la enorme contribución que la vieja Rusia ha hecho a lo largo de los siglos a la humanidad, tanto en el terreno de la cultura como en el de la ciencia. Reconoció el sacrificio sin parangón que este país aceptó para la victoria contra el fascismo en la II Guerra Mundial y alabó la valentía y tenacidad con la que contribuyó a poner fin a la guerra fría, que no se atribuyó como mérito exclusivo de Estados Unidos.

"Así como rendimos homenaje a ese pasado", añadió, "tenemos que reconocer el beneficio futuro que obtendremos de una Rusia fuerte y vibrante".

Esa fuerza no le da a Rusia, sin embargo, el derecho a dictar el destino de sus vecinos o a ejercer el control sobre determinadas áreas del planeta. "En 2009", advirtió Obama, "el poder no se demuestra mediante el dominio o la demonización de otros países. Los días en que los imperios podían tratar a los Estados soberanos como piezas sobre un tablero de ajedrez ya han pasado".

Obama mencionó el respeto a la soberanía de los Estados como una condición esencial del orden internacional posterior a la guerra fría. "Eso es tan válido para Rusia como para Estados Unidos", manifestó. "Ese principio tiene que aplicarse a todas las naciones, incluidas Georgia y Ucrania", dos países que han sido en los últimos años fuente constante de conflicto entre Occidente y Rusia, que no acepta su deseo de formar parte de la OTAN.

El presidente de EE UU no quiso profundizar en esa polémica y prometió que su Gobierno "nunca impondrá determinadas normas de seguridad a otros" y que, en última instancia, "la pertenencia a la OTAN es algo que la mayoría de un pueblo tiene que escoger".

Obama se refirió también a otro de los asuntos de fricción con Rusia, el de la decisión estadounidense de construir un sistema de defensa antimisiles en el Este de Europa, y lo relacionó directamente con la posición rusa respecto a las intenciones iraníes de desarrollar su propio proyecto nuclear. "Quiero que trabajemos juntos en una arquitectura de defensa contra misiles que nos dé más seguridad a todos", sostuvo. "Pero si la amenaza de un Irán nuclear y de los programas de misiles balísticos es eliminada, la idea de una defensa antimisiles en Europa será suprimida".

Obama también habló de Honduras. "EE UU", dijo, "apoya la restauración del presidente democráticamente elegido, incluso aunque se oponga fuertemente a nuestra política. No lo apoyamos porque estemos de acuerdo con él. Lo hacemos porque respetamos el principio universal de que la gente debe elegir a sus propios líderes".

El discurso de Obama fue respetuoso pero fríamente acogido por un público joven -el acto era una ceremonia de graduación- que no exhibió la pasión y la entrega de otras audiencias del presidente estadounidense en otras partes del mundo.

Barack Obama y Vladímir Putin, durante su entrevista en la residencia de este último a las afueras de Moscú.
Barack Obama y Vladímir Putin, durante su entrevista en la residencia de este último a las afueras de Moscú.AFP

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