Una operación policial destapa un coladero de droga en El Prat
Seis trabajadores del aeropuerto de Barcelona, entre los 14 detenidos
Un grupo de narcotraficantes había encontrado un agujero por el que pasar la droga en el aeropuerto de El Prat. Un error de estrategia -el intento de comprar a un agente- ha puesto fin al coladero, por el que entraba la cocaína en Barcelona. La Guardia Civil ha detenido a 13 personas de una red que operaba en las instalaciones aeroportuarias, la trama más grande desmantelada hasta ahora en el aeródromo barcelonés. Siete de los detenidos trabajaban en El Prat como encargados de la limpieza de los aviones o como personal de handling, que gestiona las maletas.
El instituto armado requisa semanalmente pequeñas cantidades de droga a pasajeros: esta vez, el enemigo estaba dentro. El contacto de miembros de la red con el guardia civil desencadenó una investigación en la T-2 que ha durado 10 meses y que todavía continúa abierta. El juez de instrucción número 2 de El Prat, que se ha hecho cargo de las pesquisas, ha mandado a seis de los detenidos a prisión.
El intento de soborno a un guardia civil desencadenó las investigaciones
La banda aprovechaba el fácil acceso de los trabajadores a las mercancías para transportar la droga hasta Barcelona. Los jefes de la red introducían la cocaína escondida en aviones, principalmente en aeronaves procedentes de Colombia y Venezuela. En Barcelona, los empleados de handling se hacían cargo de la droga disimulada en la zona de maletas, y los encargados de la limpieza recogían las partidas escondidas en los lavabos de los aviones.
La cocaína, de gran pureza, era sacada del aeropuerto en camiones de basura, que podían superar más fácilmente los controles de seguridad. Posteriormente, se adulteraba y repartía en tres puntos de venta de Barcelona y L'Hospitalet de Llobregat, también desmantelados.
En la operación, la Guardia Civil ha intervenido siete kilos de cocaína y joyas y dinero por valor de más de 100.000 euros, además de armas.
La tarea de los narcotraficantes detenidos, según algunos trabajadores del aeropuerto, era bastante fácil. "Yo podría sacar del aeropuerto sin problema una bolsa de cocaína", advierte un miembro del personal de tierra. Otro explica que es posible escoger qué avión descargar, por lo que los integrantes de la red podían acceder fácilmente a las aeronaves que querían: el reparto de tareas entre los siete topos evitaba levantar sospechas entre los compañeros.
Los trabajadores de tierra tienen que pasar por un escáner para acceder a las pistas, pero salen de ellas sin ningún tipo de control; los centenares de coches que transitan por las pistas son revisados a ojo, lo que facilita el trabajo de los narcotraficantes. Un agente de la Guardia Civil que no sucumbió al soborno ha puesto fin al chollo.
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