El día que Quintás quiso marcharse
El presidente de las cajas planteó su relevo ante los cambios en Economía
Sucedió el 15 de abril en Sabadell. La Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) eligió la ciudad barcelonesa para su asamblea anual con motivo de la celebración del 150 aniversario de Caixa Sabadell. El presidente, Juan Ramón Quintás, pronunció un discurso claro y directo, en el que diseccionó el sistema financiero español y, en especial, el de las cajas de ahorros. Aventuró lo que sería el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancario (FROB), pidiendo, entre otras cosas, que se redujese la obra social para recapitalizarse, y de alguna manera vaticinó el proceso de concentraciones.
Pero lo más significativo, que no trascendió, fue que planteó a los miembros de la comisión ejecutiva (Isidro Fainé, Miguel Blesa, José Luis Olivas, Braulio Medel y Carlos Egea) que era el momento apropiado para adelantar su abandono del cargo, previsto para mayo de 2010. No era una dimisión al uso. Quintás esgrimió que el nombramiento de Elena Salgado como vicepresidenta segunda y ministra de Economía abría una nueva etapa, que había completado la práctica totalidad de su programa, con la excepción de la reforma de la Ley de Cajas (la LORCA), antes de la fecha de caducidad para su retiro.
Por eso subrayó que se valorase la posibilidad de abordar un relevo pactado, aunque fuese interino. Los barones le convencieron de que, precisamente por la misma razón, lo mejor era que continuara. Quintás, un hombre condescendiente, responsable y agradecido, no opuso resistencia, así que suprimió del discurso las palabras de despedida que había preparado para la asamblea.
En realidad, Quintás se jubiló como presidente y director general de la patronal en abril de 2008, cuando cumplió 65 años, aunque la asamblea anual de ese año decidió que permaneciera de presidente hasta mayo de 2010, que es cuando acaba el plazo de su mandato. Su marcha, en cualquier caso, obliga a todo el sector a maniobrar a plazo fijo. También está prevista la jubilación del director general, José Antonio Olavarrieta, y se da por seguro que no optará a la presidencia, entre otras razones, porque sólo podría estar un año.
La presidencia de la CECA es un cargo que a los partidos políticos les gusta tener bajo control. El nombramiento de Quintás en sustitución del hoy diputado del PP Manuel Pizarro supuso el paso a una figura más técnica, un catedrático de tendencia centrista (ex diputado de UCD) que quería alejarse de apriorismos políticos. Su retirada puede representar el retorno a viejas costumbres. De hecho, hay muy pocos presidentes de cajas que no hayan sido nombrados por Gobiernos autonómicos.
Entre los aspirantes a ocupar la presidencia figura el diputado socialista Jordi Sevilla, a pesar de que es partidario de alejar los políticos de la gestión de las cajas. Así lo subraya en el libro Pasado, presente y futuro de las cajas de ahorros, que el ex ministro impulsa con el diputado popular Vicente Martínez Pujalte, en uno de los pocos ejemplos de concordia política. Los dos abogan por "definir un marco de mandatos que garantizara la independencia". Pujalte, al que no le es difícil soltarse la lengua, tuvo que reprimirse para no hablar del control que ejerce su compañera de partido Esperanza Aguirre en Caja Madrid.
Posiblemente, cuando llegue la fecha de retirada, el mapa del sector será bien distinto del actual, con un número de entidades de ahorro bastante inferior a las 45 que existen hoy. El proceso de fusiones ha comenzado, seguramente por lo más fácil, en las comunidades donde existe atomización y es sencillo reducir la redundancia. Es el caso de Cataluña, donde sus responsables rechazaban el pasado otoño cualquier posibilidad de fusiones. Ahora tienen que comerse aquellas palabras. La fusión de Sabadell, Terrasa y Manlleu está prácticamente hecha y Catalunya, Tarragona y Girona la analizan a marchas forzadas. En Castilla y León, donde Caja Duero y
Caja España negocian por un lado, y Segovia y Ávila, por otro, ocurre lo mismo. La lógica apunta a que sigan ese camino las de Extremadura, Canarias, Andalucía, País Vasco, Aragón, Comunidad Valenciana y Galicia.
Pero una cosa es la lógica y otra la práctica. En algunas comunidades hay posiciones irreconciliables. Es muy probable, en ese sentido, que esperen a la segunda oleada, la de fusiones entre cajas de distintas comunidades.
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