Vorvón
En el lenguaje de lo políticamente correcto siempre hay alguien que riza el rizo. Ahora le ha tocado a Iñigo Urkullu, el presidente del Partido Nacionalista Vasco. Cuando lo eligieron, muchos pensamos que representaba la continuidad en la sensatez verbal de la que han sido y son exponentes gente como Josu Jon Imaz o Iñaki Azcuna en el lenguaje de los nacionalistas vascos.
El lenguaje políticamente correcto se habla en todos los barrios de la política, no hay que poner la lupa sólo en un rincón. Para hablar de Bárcenas, los populares han llegado a la corrección absoluta: hasta que no veamos los papeles no haremos nada. Pero si los papeles están en la calle. Los socialistas también usan con destreza su manual del lenguaje políticamente correcto: la expresión brotes verdes les vino muy bien para adornar el jardín seco de la crisis.
Pero, como dice el viejo chiste vasco, ¿estamos a setas o estamos a Rolex? Estamos a setas, de modo que digamos qué dijo Urkullu. Hablaba del rey Juan Carlos y el líder del PNV dijo: "El monarca del Estado". Pues, bien, es verdad. Es el monarca del Estado. Pero ¿no le queda un poco barroca la expresión al líder nacionalista vasco? Azorín decía que había que ir derechamente a las cosas. La curva de Urkullu ("El monarca del Estado") le hubiera chirriado al abreviado escritor de Monóvar.
Tiene un abanico grande Urkullu; lo puede leer hasta en el Libro de estilo de EL PAÍS: lo puede llamar don Juan Carlos, e incluso Juan Carlos I, o Juan Carlos de Borbón, si es que lo que le molesta de la expresión es la palabra España. España no es una palabra tan mala, después de todo. Los franceses la dicen, aunque en francés; y los ingleses dicen Spain. Y no pasa nada. Absolutamente nada.
Es una palabra, y por tanto en sí misma no es una mala palabra; ¿permite el sinónimo? Claro, como todo. Pero Estado no es un sinónimo de España, sino de país, de nación, de lugar con bandera. ¿Es mejor Estado que España? Franco usaba los dos nombres, alternativamente. Es cierto que a España le daban él y los suyos un énfasis especial, que es el que a lo mejor rechaza el código genético del dirigente vasco. Pero ya Franco no está, hace rato; se puede comprobar.
El Rey de España. Qué más da. Como si decimos la reina de Inglaterra o el presidente de Francia. Los nombres aceptados son como los nombres de las calles. ¿No diríamos lléveme a la plaza de Miguel de Unamuno porque nos gustara más la filosofía de Ángel Ganivet? Pues no. Claro que Urkullu podría decir simplemente Vorvón si es que lo que quisiera hacer es simplificar su propensión a rebuscar sinónimos. -
jcruz@elpais.es
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