_
_
_
_
Reportaje:

¿El último botellón de Málaga?

La prohibición de beber en la calle congrega a más jóvenes de lo habitual

Pablo Ferri

"¡Si nos quitan el botellón nos quitan la vida!" exclama Ismael eufórico. Las primeras copas empapan la sangre y se nota. Ismael y sus amigos se tomaban el viernes por la noche unos cubatas en el paseo de los Curas de Málaga, a la espalda del puerto. Puede que por última vez. En la noche de ayer, sábado, expiraba el permiso del Ayuntamiento para que los jóvenes malagueños bebiesen en el paseo, el único lugar habilitado para esta práctica en la ciudad. 3.000 personas, más de lo habitual según la policía, se juntaron el viernes. ¿Dónde irán ahora?

María y Juan, de pie y sentado, sostienen vasos de plástico mientras conversan. "Lo haremos en otro lugar. Sí, yo he escuchado que se lo van a llevar a donde hacen el rastro". Cerca de allí, Ana, que espera el transporte materno, mira a derecha e izquierda. "Dijeron que querían mandarlo donde la feria, pero no, no, ¡de eso nada! La gente ya dirá algo y nosotras iremos". Entre hielo y whisky nada queda claro.

En Tuenti se está promoviendo un 'macrobotellón' para el sábado que viene

El Ayuntamiento, incapaz de encontrar un nuevo emplazamiento para el botellón al gusto de todos (vecinos, usuarios, el propio Consistorio), ha decidido suprimirlo definitivamente, y, según Mario Cortés, responsable del área de Juventud, "sin vistas a reabrir el debate". A Beatriz, los labios mojados, le altera enterarse: "¿en ningún sitio? mal, mal, terriblemente mal".

La prehistoria del fin del botellón en Málaga son las obras del puerto. Una de las vallas del complejo da al paseo de los Curas y, para que continúen los trabajos, parte del vallado debe echarse abajo. "Lo del puerto es una excusa muy grande" protesta Jesús, "con lo grande que es esto, ¿no nos pueden poner en otro trozo de la calle?". Mario Cortés, del área de Juventud, argumenta que han estado dos meses buscando un nuevo lugar, que han hecho encuestas, análisis, pero que ha sido imposible. "Tiene que ser en el casco antiguo [ahí están los bares donde se acude tras el botellón], y ninguna opción vale. Si lo hiciésemos en otra parte, cosa que la mayoría rechaza, todos vendrían igual al centro, pero borrachos. Sería una locura".

Como premio de consolación, el Ayuntamiento ha convencido a los bares del casco antiguo para que durante las horas en que la gente bebe en la calle, las copas valgan la mitad. "Sí pero es que en la mayoría ponen garrafón" exclama Ismael, ¡no te...! Y encima, si no es garrafón, el cubata te cuesta el doble". María y varios más opinan lo mismo. Pero Cortés lo tiene todo planeado. "Estamos pensando poner en marcha un servicio de detección del garrafón". ¿? "Técnicos municipales tomarían muestras, las mandarían a la Fundación Alcohol y Sociedad, y las marcas, una vez allí, podrían analizarlas y determinar si se trata o no de su líquido". De momento es sólo un proyecto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La semana que viene nadie podrá beber ya en el paseo de los Curas de Málaga, 50 policías locales se ocuparán de ello. "Va a haber movida", dice un agente de servicio. "La gente va a seguir haciendo botellón, la cuestión es ver dónde". Y mientras, las redes sociales juegan su papel. En Tuenti se prepara un macrobotellón para el sábado que viene; Ismael y los suyos avisan, entre risas, que llevarán cadenas. "Nos hemos hecho camisetas: I love botellon". Y los agentes, allí expectantes, recuerdan tiempos mozos, "mañana [ayer por la noche], el Ayuntamiento debería lanzar fuegos artificiales y repartir botellas gratis [risas]". Aquí huele a nostalgia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_