_
_
_
_
_
Reportaje:Moda

El vaquero enseña su nueva cara

Los denostados tejanos desaliñados abanderan la vuelta de los años ochenta - Cinco claves para usar el 'denim', tejido de la temporada

Cuando parecía que ya no quedaban iconos de los años ochenta por reivindicar, los vaqueros desgastados abanderan la vuelta de esa década a nuestros armarios. Otra vez.

- ¿Qué? La enésima reencarnación del denim, o tela vaquera, que ahora toma la forma de pantalones cuyo envejecimiento ha sido deliberadamente acelerado hasta el extremo mediante rotos, descosidos y desteñidos. "Salimos de una época en la que la tendencia estaba marcada por el predominio de los acabados oscuros y los desgastes sutiles. De nuevo es el turno de la influencia ochentera, de los lavados a la piedra, los desteñidos con lejía y los raspados", cuenta Hervé Locatelli, director de marketing de Levi's. Se trata, pues, de una revisión de todas las manipulaciones sufridas por este tejido durante esa década. Manipulaciones a las que además podemos ponerles cara: vuelven los jirones y el efecto nevado que lucían Samantha Fox -en su versión más impúdica-, los miembros del grupo New Kids On The Block, George Michael o Estefanía de Mónaco.

- ¿Dónde? Nos encontramos ante la culminación del proceso de aburguesamiento vivido por los pantalones vaqueros a partir de la década de los ochenta, cuando dejaron de ser un símbolo de inconformismo y treparon por la escalera del buen gusto, hasta convertirse en una prenda que incluso los diseñadores de moda más ortodoxos contemplaron. Empezó Calvin Klein en 1977 al crear los primeros jeans pijos. Y en los años noventa continuaron Tom Ford y Helmut Lang con sus modelos totalmente intervenidos: el primero hizo para Gucci unos tejanos con plumas, cuentas incrustadas y desgarrones a la altura de las rodillas, y el segundo propuso otros con acabado satinado en color plata. El último capítulo de esta historia lo escriben ahora Christophe Decarnin para Balmain, Ricardo Tisci en Givenchy y Alexander Wang.

- ¿Por qué? Éste es uno de esos revivals que nadie pidió, pues remite a un pasado estético considerado vergonzante. Lo que no quita para que la nostalgia no sea un convincente argumento a la hora de vender vaqueros. Sobre todo si está en manos de un grupo de diseñadores que tratan de hacer arqueología de un tiempo no tan lejano a través de la ironía: consiguiendo que lo denostado se convierta en deseado. Es la venganza de lo hortera.

- ¿Cómo? Combinados con americanas de corte holgado y hombreras sobredimensionadas, de tal manera que mediante la yuxtaposición de dos lenguajes opuestos -el disciplinado y el desaliñado- se consiga un look contundente. La estilista Beatriz Moreno de la Cova apunta otra opción: "Llevarlos con una parte de arriba que no sea muy dramática, porque ellos ya lo son. Una camiseta lisa, de algún color que no manche mucho visualmente, como el blanco o el negro".

- ¿Merece la pena? El denim ha alcanzado el punto máximo de humanización al que puede llegar un tejido. "Es un pequeño lienzo en blanco que refleja de qué manera es el dueño del pantalón. Y todavía queda mucho por descubrir en él", explica Alessandro Vígano, director creativo de Wrangler. Sin embargo, más que una declaración de principios, lo que todos buscamos en unos vaqueros es, simplemente, que nos hagan un buen culo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_