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Reportaje:MUCHA CALLE

Dos maneras de tumbarse al sol

El bullicio y la masificación de una piscina municipal contrastan con la exclusividad que se respira en la terraza de un hotel de moda del centro

Sergio C. Fanjul

Los niños más traviesos se tiran en bomba, los adolescentes se persiguen peligrosamente por el borde de la piscina intentando arrojarse unos a otros al agua para quedar guay delante de sus acompañantes, que les observan entre risas, sentadas en la hierba. Un hombre de mediana edad trata concienzudamente de completar un largo esquivando a sus conciudadanos en bañador y las señoras dormitan apaciblemente sobre sus toallas.

Estamos en la piscina municipal de Peñuelas, en el distrito de Arganzuela, una de las 60 que abren sus puertas en Madrid desde finales de mayo hasta el 6 de septiembre, y en las que se ofrece, además, cursos de natación y otras actividades deportivas. Esto es vida reconcentrada, vida en estado puro que florece al calor del sol violento con el que empieza este verano.

Es mediodía y los cuerpos calientes yacen en el césped como un Tetris

Es mediodía y los cuerpos calientes yacen como en un Tetris, un brazo, una pierna, un pecho, mucha carne, tostada o todavía sin tostar. Cuesta encontrar un hueco de césped donde montar el campamento. "Pues tampoco hay tanta gente", dice el vecino de toalla de la izquierda, "peor fue el otro día, que vine y tuve que volverme a casa de la marabunta que había". Ahora llegan los vecinos de la derecha, una pareja que viene chorreando. "No seas cafre y túmbate", dice Roberto a Cecilia, estudiantes, de 21 años. Ella vive en La Latina, él en la sierra, y se reúnen aquí. "Yo era socorrista hasta hace poco pero lo dejé. Me aburría. Nunca pasaba nada emocionante", explica Roberto.

A la hora de la comida las mesas de la cafetería se llenan de bañistas hambrientos. "Hay paella", reza un cartel en la puerta del bar. El tinto de verano sale por un euro y medio. Es agradable sentarse a la sombra y disfrutar de la sana costumbre de observar a tus congéneres. Manuel, cabeza de familia, se entera de que existen piscinas en el centro en las que cobran 40 euros por pasar el día -en Peñuelas se paga 4.35 por un adulto, diez veces menos-. "¿Qué dices? Yo ahí no voy ni de coña", exclama Manuel mientras mastica la paella.

Una de esas piscinas está en el hotel Óscar, de la cadena Room Mate, en la plaza de Vázquez de Mella (Centro). Tras subir los siete pisos aparece la terraza, bautizada Splash@Oscar. Esto es otro rollo. Desde aquí se domina gran parte de la ciudad: de entre los tejados de teja y las casas castizas emergen majestuosos gigantes de hormigón: la Telefónica, Torre Picasso, Torrespaña. Las poéticas golondrinas revolotean por encima de las apenas 15 personas -el aforo máximo es de 32- que disfrutan de la suave brisa que llega a esta atalaya. "Esto es como Ibiza, o como un crucero", dice Miguel, gorra de golf, grandes gafas doradas, mínimo bañador, muy fashion. Él y su amiga Anabel -rondan los 30- se tumban displicentes en la terraza del hotel en el que llevan cuatro días. ¿De dónde son? "Pues de Madrid", cuentan, "pero en vez de irnos a la costa nos cogemos una suite y nos quedamos aquí". Parece que hay dinero.

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Los camareros sirven batidos y cócteles. Aquí el tinto de verano sale por cinco euros. Los clientes se tumban en grandes camas blancas, en colchones blancos, bajo los toldos blancos -aquí todo es blanco y sin publicidad de refresco-, arrullados por una música chill out ideal para el ensoñamiento. En la piscina, de unos tres por siete metros, más que hacer largos o tirarse a bomba se chapotea admirando la panorámica.

A partir de las seis de la tarde se abren las puertas al público gratuitamente. Nuevos clientes disfrutan de una copa: el sol baja lentamente tiñendo el cielo de naranja y morado hasta ponerse tras los edificios de Argüelles, y no del añorado horizonte marítimo. Y es que las piscinas de Madrid, caras o baratas, populares o exclusivas, ay, todas están igual de lejos del mar.

Varias personas observan el atardecer en la terraza del hotel Óscar Room Mate.
Varias personas observan el atardecer en la terraza del hotel Óscar Room Mate.CARLOS ROSILLO

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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