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Teherán detiene a ocho empleados iraníes de la Embajada británica

Irán agita el fantasma del intervencionismo extranjero en los "recientes disturbios"

Ángeles Espinosa

Las autoridades iraníes siguen negando lo evidente e insistiendo en que las protestas generadas por el resultado de los comicios presidenciales son fruto del intervencionismo extranjero. Ayer exhibieron como prueba la detención de ocho empleados locales de la Embajada británica por su "importante papel en los recientes disturbios". Mientras, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, hizo un llamamiento a la unidad y pidió a las dos partes en la disputa electoral que "no alienten las emociones de los jóvenes". Aunque ha respaldado el triunfo de Mahmud Ahmadineyad, parece querer cerrar la brecha abierta en la sociedad.

"Ocho empleados locales de la Embajada británica que tuvieron un importante papel en los recientes disturbios han sido detenidos", anunció la agencia semioficial Fars sin dar más detalles. Poco después el secretario del Foreign Office, David Miliband, admitió la detención de unos nueve empleados el sábado y la calificó de "acoso e intimidación inaceptable". "Aún estamos preocupados por algunos de ellos que hasta donde sabemos no han sido liberados", declaró durante una conferencia internacional en Corfú.

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"La idea de que la Embajada británica está de alguna forma detrás de las manifestaciones y protestas que han tenido lugar en Teherán durante las últimas semanas carece por completo de fundamento", insistió Miliband, citado por la agencia Reuters. Sin embargo, ésa ha sido la tesis oficial desde el principio. En su sermón del día 19, el líder supremo se refirió a Reino Unido como el "más traicionero" de los enemigos de Irán. El pasado martes la acusación se tradujo en la expulsión de dos diplomáticos británicos, a lo que Londres respondió con una medida similar. Ahora, la detención de los empleados sólo puede envenenar más las relaciones.

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"El recelo iraní hacia Reino Unido siempre ha sido notorio, pero este último episodio supera todo lo anterior", estima un diplomático occidental no europeo destinado en Teherán. En su opinión, más allá de la tradicional desconfianza, las acusaciones apuntan a causas más inmediatas y tangibles. "Durante el reciente endurecimiento de las sanciones, Londres bloqueó fondos de un banco iraní y hay indicaciones de que una suma importante de dinero pertenecía al hijo de una destacada figura del régimen", asegura.

Pero, con o sin enemigos externos, los incidentes de las dos últimas semanas han revelado tanto la existencia de una gran dosis de descontento popular con el actual Gobierno como importantes diferencias dentro del régimen sobre cómo hacerle frente. De momento, el sector inmovilista, encabezado por Ahmadineyad y Jamenei, ha ganado la partida al contar con la lealtad del grueso de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, el propio líder supremo parece consciente de la necesidad de cerrar la crisis de forma que todos puedan salvar la cara para evitar que los rescoldos puedan reavivar el fuego.

"Advierto a ambas partes de que no alienten las emociones de los jóvenes o enfrenten a unos [iraníes] contra otros. Nuestra gente está hecha de un solo tejido", declaró durante una reunión con altos funcionarios.

Hasta el momento, Jamenei ha rechazado la exigencia del principal candidato opositor, Mir Hosein Musaví, para que se repitan las elecciones. Sin embargo, en lo que algunos analistas interpretan como un gesto para aplacar a los contestatarios, el Consejo de Guardianes, el órgano encargado de la supervisión electoral, propuso el viernes que una comisión especial, con representantes de los candidatos, vigile el recuento del 10% de los votos. Musaví desestima esa oferta en la última entrada de su página web e insiste en que la anulación de los comicios "es la solución más adecuada para restaurar la confianza pública".

Su firmeza resulta quijotesca a la vista de que la represión de las protestas le ha dejado sin su principal elemento de influencia, su capacidad para movilizar a la calle.

El candidato derrotado Mehdi Karrubí (en el centro, con turbante blanco), acompañado de seguidores ayer en una protesta en Teherán.
El candidato derrotado Mehdi Karrubí (en el centro, con turbante blanco), acompañado de seguidores ayer en una protesta en Teherán.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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