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U2, una banda enorme

La banda irlandesa liderada por Bono tomará Barcelona el martes con una nave espacial gigante

Si hay una palabra que pueda definir la gira que U 2 comenzará en Barcelona el próximo martes, esta es gigantismo. Todo es enorme cuando se habla del grupo irlandés, al que se le abren por delante dos años de gira mundial promocionada comercialmente gracias al espectacular diseño del elemento central de su escenario, una especie de garra de cuatro patas que se eleva 50 metros por encima del suelo para albergar un escenario circular entorno al cual pueda apilarse el público. Las demás cifras son igualmente estratosféricas, comenzando porque sólo en Barcelona, serán 180.000 las personas que sigan el show que apuesta definitivamente por las dimensiones de estadio para la música en directo.

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Porque para la banda de Bono, parece que la respuesta a la crisis de la música consiste en convertir un concierto en una experiencia única, y eso pasa para ellos por el gigantismo. No hay espacio en casa para las cosas grandes de verdad, las enormes, descomunales y desmesuradas, y ni tan siquiera pueden ser apreciadas en su totalidad por medio de una filmación. La necesidad de asistir in situ a los espectáculos que te empequeñecen alimenta una gira como 360º, que recurre a un recurso muchas veces antes empleado, el del escenario situado entre el público y no frente al mismo, pero aumentando su tamaño y en consecuencia el de las pantallas que acercarán las imágenes del grupo a la multitud. Y aquí una curiosa paradoja manejada por la banda, que asegura buscar la intimidad por medio de lo multitudinario, ya que la definición de las pantallas y el tipo de planos que buscará el realizador del concierto pretenden acercar los más posible a público y músicos.

Para que todo este gigantismo funcione no sirve la música de Leonard Cohen, Bob Dylan o Erikah Badu, cuya estética resulta difícil de encajar con multitudes que esperan ser excitadas hasta el paroxismo. Para ello U2 han entregado No line on the horizon, un disco producto de la ingeniería de sonido y de los recursos como productores de Brian Eno y Daniel Lanois, hábiles utilizadores del arsenal puesto al servicio de una nueva estética por parte de la música electrónica. El disco, controvertido como todos los publicados por la banda en lo que va de siglo, tiene un sonido ambicioso y complejo tan lleno de detalles que parecen ser éstos la canción misma. Incluso los fans del grupo reconocen que White as snow es una balada sin estribillo, y la coincidencia generalizada es que las canciones, lo que se entiende por canciones completas, no superan las dos o tres. Entre ellas destaca la que tiene un aire más clásico de U2, una verdadera canción de estadio, pensada para que una multitud se comporte como si fuese una sola persona. Esta es Magnificent, un corte que remite a los U2 de War y que se antoja como la más triunfal entre sus nuevas composiciones.

Otros temas destacables del disco son el que lo abre y da título, una pieza con Bono implorando casi místico en medio de una base rítmica compleja y superproducida; Get on your bots, pieza con aire a Vertigo y primer sencillo del grupo; Stand up comedy, una de las canciones más inmediatas del álbum, con pulsión sincopada; I'll go crazy, if i don't go crazy tonight que con un poco de contención podría hacer buena Coldplay adelantando el estribillo, y la íntima Cedars of Libanon, una canción delicada. Finalmente queda Moment of surrender una canción que demuestra cómo la electrónica ha influido incluso a unos chicos tan rockeros como U2. El tramado de sonidos que se escuchan de fondo pueden evocar hasta al mismo Matthew Herbert. Eso sí, estos detalles no salvan el tema. En otras palabras, un grupo que ya parece más bien una marca, sólo necesita un par de dianas y un "desafío" tecnológico y técnico para volver a llenar los medios con su imagen. De aperitivo, la noche del lunes 500 aficionados podrán verlos en directo en un concierto especial.

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