Meter mano en la caja
Aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid. El ideologismo se escuda en la coartada de la crisis y la necesaria reconversión para meter mano en las cajas de ahorros. Sostiene Aznar que deben privatizarse. Como si los peores desplomes en distintos países no hubieran ocurrido en entidades privadísimas. Su ex director de la Oficina Económica, José Barea, repudia ese saqueo: "Las cajas no han tenido nunca propietarios en el sentido capitalista del término, pues fueron fundadas por entidades sin fines de lucro para combatir la usura; y a pesar de ello representan hoy día el 50% del mercado financiero, y eso, sin eficiencia, no lo hubieran logrado". Nacieron contra la usura; para frenar la angustia obrera ante un futuro incierto mediante los primeros sistemas de pensiones; para dar acceso al crédito a los desposeídos, a quienes la banca negaba abrirles siquiera cuenta... acabaron como bancas populares, de familia. Tienen función.
La crisis mundial es de bancos privados; Aznar quiere cajas privadas El fondo de rescate debe asegurar que el contribuyente recupere su dinero
Sostiene Aznar que ahora deben "despolitizarse por completo". Perfecto. Empiécese por aquellas donde la politización, por él iniciada, más rechina. Por Madrid. Aplíquese, como recomienda el presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás, "el modelo catalán de cajas": menos políticos en sus consejos, menos obediencia a sus mandantes, menos riñas entre facciones de un mismo partido para colocar amiguetes.
Una cosa es meter mano a las cajas y otra darles la mano para remontar su primera gran crisis (y de paso, la segunda de los bancos), como busca el nuevo Fondo de Reestructuración (FROB) que debería aprobar mañana el Gobierno, tras larga gestación.
¿Por qué la convulsión de bancos y cajas? Como otras empresas, tienen menos negocio; así, las redes de sucursales multiplicadas cuando el esplendor resultan excesivas. Se cuadruplican en un año los morosos (ya casi un 5%) porque empresas y familias van estranguladas, todos cometieron excesos, apalancándose sobre demasiados créditos, pues parecía idiota no endeudarse a tipos de interés reales negativos. También pecó la banca, que en 2003 prestaba tanto dinero como el que recibía en depósitos, y en 2008 prestaba ¡diez veces! la cuantía de éstos, subraya el consejero-delegado del Santander, Alfredo Sáenz. Si el 70% de la cartera viva de crédito está en hipotecas, calcula el presidente del ICO, Aurelio Menéndez, la banca de familia resultará más expuesta que la otra. Y en casos singulares, revientan inversiones faraónicas, de entidades que aspiraron a convertirse en INI regionales patrocinadores de aeropuertos y otros sueños imposibles, como Caja Castilla La Mancha: concentración de riesgos en el propio grupo, laxitud de control; trampas contables. Las lacras que barrenaron a decenas de bancos en los ochenta.
Hay de todo en la viña del Señor. Algunas cajas siguen en las mismas, a lomos de tigre, abriendo oficinas y prestando más de lo que ingresan, esa vía al suicidio. Otras iniciaron su autorreconversión hace meses. El ricino de achicar redes de sucursales (se cierran dos al día, entre bancos y cajas). La purga de cobrar a los clientes morosos, esa tarea olvidada. El enojo de convertir el crédito hipotecario en un alquiler digestible con opción de compra. Y otros trajes a medida.
Total, que el FMI dice que sobran 20 entidades, un 20% del mercado. Y se atribuye al gobernador del banco emisor, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el deseo de "dejar en la mitad" el número actual (45) de cajas. El texto del proyecto de nuevo fondo (una hoja de ruta, un protocolo) se ha flexibilizado, para atender con criterios claros pero distintos las circunstancias de cada quisque. Para evitar la brocha gorda y la improvisación (muy exitosa) del supervisor en la marea de los ochenta, cuando se inventaron los fondos de garantías de depósitos (FGD) y se enterraron 51 de los 108 bancos existentes. "El Banco de España sabía organizar las exequias de una entidad en crisis, pero no tenía ni medios ni mandato para evitar su fallecimiento", describía su gobernador, José Ramón Álvarez Rendueles. El proyecto distingue entre tratamiento homeopático (por vía privada, acuerdos, fusiones, intercambio de activos), que merece apoyo suave de los FGD; recetas de caballo para las crisis de solvencia, con rescate por el FROB y remoción/castigo de directivos, y tratamiento intermedio, inyección de dinero público con condiciones serias, aunque sin castigos (que disgusta a MAFO). Cada uno con su panoplia de medidas concretas.
Parece un triple enfoque pragmático y selectivo. Entraña aún una incógnita, el reparto del coste entre el sector y el Tesoro. Los FGD empezaron cofinanciándose a partes iguales, y recuperaron buena parte de lo prestado. Ahora, el FROB se nutrirá en su inicio con 9.000 millones, de forma similar, ampliables otros 90.000... pero éstos allegados con deuda pública. ¿Hay garantías de que el contribuyente los recupere? Y encarna un dilema, el papel de las autonomías, donde pugnan la lógica económica de las posibles fusiones interregionales con la lógica tutela de las administraciones de proximidad sobre entidades próximas. Todo es pensable, salvo el ideologismo.
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