Sin censo electoral

En Irán no existe un censo electoral como se entiende en las democracias occidentales. Para los comicios, sean presidenciales, legislativos o municipales, se utiliza el censo demográfico nacional como si se tratara de una circunscripción única. Es decir, cada iraní en edad de votar puede hacerlo en el colegio electoral que prefiera, dentro de su ciudad o en cualquier otro lugar del país. Por eso, carece de sentido decir que una determinada mesa, circunscripción o ciudad recibió más votos que electores censados.
La anomalía podría estar en que hubiera más papeletas dentro de la urna que resguardos de papeletas entregadas. El sistema iraní es diferente al que usamos en Europa. En Irán no hay una papeleta por candidato, sino que al elector se le entrega, previa presentación de su shehnasnameh (certificado de nacimiento) o su carte melli (DNI, que aún no tienen todos los iraníes), una especie de talón de voto, del que queda una matriz donde se ha anotado su número de identificación.
Sobre ese talón, el votante escribe el nombre de su candidato y lo deposita en la urna. Por lo tanto, el número de matrices, o resguardos, debe coincidir con el número de papeletas que hay dentro de la urna. Una de las acusaciones de Mir Hosein Musaví, el candidato derrotado en las presidenciales del pasado día 12 junio, fue desde el principio que había "10 millones de papeletas sin resguardo", es decir, papeletas de las que no había matriz, y por lo tanto existían dudas sobre quién había emitido esos votos.
Para complicar más el asunto, no en todos los centros de voto disponían de ordenadores en los que consultar que el documento presentado como identificación correspondía a una persona efectivamente censada. Ni en los colegios electorales móviles (unos 12.000 de un total de 57.000) ni en muchas poblaciones pequeñas era posible verificar ese extremo.
Según el resultado oficial, el presidente Mahmud Ahmadineyad consiguió casi un 63% de los votos, muy por delante del segundo, Musaví (cerca del 33%).
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