La fiebre del póquer
El juego de cartas más famoso triunfa en España y empieza a ser cortejado por la televisión
Hay una atmósfera artificial en la sala. Potentes focos iluminan la mesa ovalada del Casino de Torrelodones, en Madrid, sobre la que el crupier deposita las tres cartas del flop, luego la cuarta o turn, y la quinta river. Las cámaras de televisión enfocan los rostros enigmáticos de los seis jugadores, mientras una cámara oculta filma para el espectador las dos cartas secretas de cada uno. La final de póquer, modalidad Texas Hold'em, comenzó hace poco y ya se palpa la tensión. En el campeonato no hay bote que ganar, sólo la fama fugaz de aparecer en televisión y un asiento en dos torneos de mayor nivel, en Montecarlo y Bahamas.
Todos los jugadores son hombres, entre los 29 y los 37 años. Empresarios, profesionales, empleados de nivel alto y medio, y un obrero especializado. Una muestra demográfica casi perfecta del pueblo del póquer en España. Lo que antes era considerado un vicio que arruinaba familias, es hoy un deporte que practican desde estudiantes de ambos sexos hasta responsables padres de familia. Y el viejo tahúr ha sido sustituido por profesionales que compiten en los casinos de Melbourne, Montecarlo o Las Vegas, contratados por las grandes salas de póquer online.
"El póquer es único. En la misma mesa pueden sentarse una persona de 80 años y otra de 20 años", dice un jugador
Esto es el póquer hoy. Una pasión que aumenta exponencialmente en España desde que Internet abrió el espacio sin fronteras de las salas virtuales. La partida que se graba esta mañana de junio en el Casino de Madrid la emitirá La Sexta. Antena 3 cuenta ya con un programa dedicado a este juego y otras cadenas empiezan a fijarse en su tirón publicitario. La creciente presencia del póquer en las programaciones sólo significa una cosa: el triunfo de un juego-deporte con enorme tirón, que cautiva, dicen, al telespectador.
"Por fin se han dado cuenta del potencial del póquer, y las grandes salas en Internet se han decidido a invertir en televisión", dice triunfal Raúl Páez, uno de los grandes jugadores españoles. Dinero no les falta. Según la consultora de juego británica Global Betting and Gaming Consultant, los ingresos del juego en Internet superaron en 2008 los 20.000 millones de dólares (unos 14.300 millones de euros), de los que el póquer online representaría unos 6.000 millones de dólares (4.290 millones de euros), según los expertos.
Páez, nacido en Sabadell hace 31 años, aprendió en el Casino de Barcelona y al poco tiempo dejó el negocio familiar de embutidos para dedicarse al juego. Desde hace 10 meses forma parte del Full Tilt Pro, el equipo de jugadores de Full Tilt, una gran sala virtual, lo que supone viajar mucho por el mundo y pasar horas ante el ordenador, jugando en Internet. Acaba de llegar de Las Vegas y ya le espera un torneo en el Casino Gran Madrid este fin de semana. Páez es el espejo en el que se miran muchos de los 10.000 jóvenes que juegan diariamente al póquer en España a través de Internet. Sólo hay que descargarse un programa y abrir una cuenta. Muchos aspiran a vivir de esto; otros quieren probar su habilidad, su resistencia, su autocontrol y su disciplina.
El póquer que se juega es el mismo. Dos cartas para cada jugador, secretas, y cinco que quedan boca arriba sobre el tapete virtual, a disposición de todos los jugadores. Internet es más rápido, eso sí. "Una mano de póquer dura 20 o 25 segundos en la Red, frente a los dos minutos de la jugada en vivo", dice Páez. ¿No hay más diferencias? "Los jugadores de Internet son más agresivos normalmente. Los de casino, más conservadores", cuenta Juan Manuel Pastor, atento al monitor donde se proyecta la partida que se juega en el Casino de Madrid. Pastor, de 42 años, es una autoridad. Jugador profesional, asesor y conductor de programas de televisión, trabaja para PokerStars, la mayor sala de póquer en Internet, según Giles Bones, responsable para España, presente también en la sala. Bones asegura que tienen 25 millones de clientes en el mundo, pero no suelta prenda sobre los beneficios de su empresa, con base en la impenetrable isla de Man. Una cosa está clara: España es un apetitoso mercado nuevo, un terreno relativamente virgen que explorar.
"Hace ocho años, aquí no había cultura del póquer. Lo único que llegaba era una revista en inglés al Casino de Barcelona", cuenta Raúl Páez. "Sin saber ni lo que era un as, empecé a profundizar en el juego y en tres semanas empecé a ganar". Al año y medio, Páez cambió el casino real por el virtual, y hoy es una estrella. Cuestión de talento y de suerte. "Para el jugador profesional, la suerte, a la larga, tiene una influencia mínima. Esto es como jugar a la Bolsa", dice Juan Maceiras, gallego de 24 años, un jugador profesional de alto nivel. Maceiras, ex estudiante de Derecho, defiende el póquer a capa y espada. "Es un deporte único. En una mesa puede sentarse una persona de 80 años y otra de 20".
El malagueño Juanma Liceras, de 31 años, descubrió el póquer en Internet y el flechazo fue inmediato. "Enseguida conocí a mis dos socios y montamos el portal 52cartas.com". Eso fue hace un par de años, y ahora no tiene tiempo de jugar. En la Red proliferan portales como el suyo, revistas digitales, foros y blogs dedicados al juego que, dicen, se inventó a orillas del Misisipi. Pero del gran pastel del póquer se benefician también los casinos. Según datos del de Torrelodones, los ingresos del póquer representan ya casi el 13% del drop, es decir, del dinero que se cambia en la caja. "Somos un elemento de apoyo a las salas online", dice Jesús Martín, su director de juego. "Nuestras mesas de póquer tienen lista de espera".
Ocurre otro tanto en el de Barcelona, según Alex Martínez, su subdirector comercial. Martínez coordina el Campeonato de España, que este año llega a su cuarta edición. La prueba nacional más importante que se disputa siempre en un casino. El verdadero jugador necesita el cara a cara. Otra cosa es la práctica que se obtiene en la Red, donde se pueden jugar varias partidas simultáneas.
Óscar García-Pelayo, de 26 años, es capaz de jugar en 18 mesas virtuales a la vez, "siempre que sean de 10 jugadores", precisa. Miembro de una saga familiar con décadas de experiencia en juegos de azar, dirige una escuela de póquer que promete ganancias inmediatas para los aspirantes que se tomen las lecciones en serio. "Nosotros enseñamos a ganar. Nuestro lema es: lo importante es ganar, no participar. Mucha gente que le dedica al juego unas cuatro horas diarias se saca un sobresueldo de entre 700 y 2.000 euros", dice Óscar, casado y con un hijo, que mantiene a su familia gracias al póquer. No es lo único que le debe a este juego. "Te enseña a concentrarte y a ser disciplinado". A fin de cuentas, dice, "la vida entera es una partida de póquer".
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