Cómicos
Hay un documental, monólogo, obra maestra de narrativa oral, memoria de la historia de España a través del testimonio lúcido y cáustico de ese personaje impagable llamado Fernando Fernán-Gómez, titulado La silla de Fernando, que acostumbro a devorar (aunque lo haya disfrutado muchas veces) cada vez que ando en excesivo desacuerdo con la vida, cuando me abruma el pensamiento único, las opiniones previsibles, el hartazgo ante la avalancha de frases hechas y lugares comunes.
Hace unas cuantas noches, enciendo la tele al azar, con la habitual desidia, y me encuentro con una inyección de vitalidad similar a la que me proporcionan los relatos de Fernán-Gómez, su libertaria visión de las personas y las cosas. Se trata de una larga, insólita y gozosa conversación al aire libre entre dos señores que parecen ignorar los rituales y la falsa naturalidad que impone la grabación de la cámara, que trasiegan alcohol y café sin prisas y sin pausas, enlazan un anatemizado cigarro con otro, se hacen confidencias íntimas sobre el trabajo común y las cosas de la vida. Este maravilloso espectáculo, lleno de espontaneidad, inteligencia y gracia, está protagonizado por Andreu Buenafuente y el deslenguado y ya lamentablemente difunto Pepe Rubianes.
Supone el homenaje del primero a ese irreverente señor al que pretendía mandar a la hoguera la España en definición machadiana de cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María. Se refirió a ella llamándola puta, expresión tan airada como inexacta. Rubianes define su propia existencia como putángana y bebedora, al límite, puesto de todo, huyendo siempre de los compromisos sentimentales y del refugio familiar en nombre de la libertad. En esas confesiones mutuas hablan con ingenio de primera clase del duro oficio de hacer reír al personal, del miedo escénico, de masturbación y seducción de hembras, de la factura que exige la popularidad y de la diferencia entre el turista y el viajero, de los mecanismos de la comicidad y del inimitable arte de Gila. Nada de lo que dicen ni cómo lo expresan tiene desperdicio. Y te da pena que llegue el final. Y esa noche duermo mejor de lo previsto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Una jueza absuelve a Daniel Arizmendi ‘El Mochaorejas’, el secuestrador más sanguinario de los noventa en México
El conservador Nasry Asfura, abanderado de Donald Trump, proclamado presidente electo de Honduras
Lea íntegro el discurso del rey Felipe VI
Felipe VI, solo un mandamiento: no poner en peligro la convivencia
Lo más visto
- El líder groenlandés responde a Trump: “Groenlandia es nuestro país. Nuestras decisiones se toman aquí”
- La revalorización de las pensiones queda en el aire por la negativa de la derecha a apoyar otras medidas sociales
- Juan Carlos Ferrero: “Más que dolor, siento pena; los finales siempre son tristes”
- La cúpula de Vox votó por unanimidad la destitución de Javier Ortega Smith
- Trump intensifica su escalada contra la UE al sancionar a dirigentes que han atacado el discurso de odio en internet




























































