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Penas de 49 y 37 años para los sicarios del crimen de Cambados

Los autores del doble asesinato pagarán 285.000 euros a las familias

"Matanza, ejecución, brutalidad y frialdad" son algunos de los términos que emplea el tribunal para referirse a los asesinatos de los jóvenes arousanos Ricardo y José Angel Feijóo, cuyo móvil fue una deuda por tráfico de drogas. Los autores de los seis disparos mortales que efectuaron en las cabezas de ambos primos, el 3 de diciembre de 2005, con una pistola del calibre 9 milímetros corto, son los únicos condenados por la Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra. Les reclamaban cuatro millones de euros por una partida de cocaína.

El fallo impone una pena de 49 años de prisión al empresario vasco José Manuel González Lacunza y de 37 años al francés Patrice Louis Marie Pierre Muñoz, a quien se aplicó el atenuante de colaboración con la justicia. Ambos tendrán que indemnizar con 285.000 euros a las familias de las víctimas. El tribunal absuelve al empresario coruñés José Manuel Lata Couceiro al no quedar probado que conociese el destino del coche que él mismo alquiló y que fue empleado para trasladar a las víctimas al molino abandonado cerca de Cambados en el que se perpetraron los crímenes.

Los mataron por una deuda de cuatro millones por una partida de cocaína

La sala también exime al ciudadano francés Yohan Piedagnel. Se le acusaba de haber comprado la gasolina con la que prendieron fuego a los cadáveres. Una investigación de la policía francesa, que se dio a conocer en el juicio, le situó esos días en una cafetería de Hendaya, en la que trabajaba como camarero.

Para el tribunal no hay dudas de que los dos sicarios ejecutaron los crímenes cumpliendo el encargo de otras personas "aunque no se sepa quién lo hizo". La sentencia deja claro que el objetivo era Feijóo, a quien le reclamaban el dinero, y que la muerte de José Ángel Abal fue casual.

De hecho, a Ricardo Feijóo le habían amenazado días antes de secuestrarlo en su propia casa y en presencia de su mujer y su hijo. Fueron a buscar la caja fuerte en la que encontraron unos 6.000 euros. El día de asesinato, los sicarios condujeron a las víctimas al molino y, tras atarlos de pies y manos, Lacunza efectuó dos disparos a cada uno. Pierre Muñoz los remató con otro. Luego les prendieron fuego.

El tribunal considera la confesión de Pierre Muñoz "rotunda y precisa" y su colaboración se ha traducido en "moderadas rebajas". El propio González Lacunza admitió que por perpetrar el ajuste de cuentas iba a cobrar un millón de euros del capo gallego que se lo encargó.

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